martedì, giugno 20, 2006

La niña del Escambray - Nuevo Acción

LA NIÑA DEL ESCAMBRAY.


UNA VERDADERA GUERRILLERA HEROICA

Ottonier

Conoci a Zoila Aguila, en la lucha contra Batista, cuando formaba parte de las guerrillas que luchaban en el Escambray. Era casi una niña. Asi le llamaban: "La Niña de Placetas". Despues supe de sus hazañas contra los comunistas, cuando ya era conocida por "La Niña del Escambray".
El siguiente relato está tomado del libro de Enrique Encinosa:" Escambray, La Guerra Olvidada".
"Miami Beach, 1987. La puerta de la casa de huéspedes en South Beach estaba cerrada. Golpeamos el el cristal con los nudillos. Por una ventana en el segundo piso, un hombre se asomo,mirando hacia nuestro grupo, a los cuatro visitantes. ¿Que desean?. -Venimos a ver a La Niña del Escambray- . -La Niña-nos dijo el hombre-está muy traumatizada. Ella no acepta visitas. Dígale-le respondí- que Reina Carolina, Polita Grau y su hermano Ramón, han venido a visitarla. Estas dos mujeres estuvieron plantadas con la Niña en Guanajay y en Guanabacoa. Momentos después la puerta se abrió. Varios hombres se congreron en el pasillo. Tres eran ex presos políticos. -Es la última puerta al final del pasillo en el segundo piso- nos dijo uno, - pero La Niña Es muy renuente a aceptar visitas. Detrás de la puerta blanca con el numero diecisiete torcido, vive Zoila Aguila Almeida, La Niña de Placetas, la veterana guerrillera del Escambray. En 1960, en los penachos de la Sierra del Escambray, grupos de insurgentes mal armados combatian contra el sistema castrista. En esos primeros meses de rebelión, Zoila Aguila se marchó a la manigua con su esposo, un electricista de Remedios llamado Manolo Munso La Guardia. Él llevaba una carabina San Cristobal con seis peines, y ella, un revolver con unas cuantas balas. En el Escambray, donde ya Zoila habia combatido contra Batista, creció día a día la leyenda de la mujer guerrillera. Mochila al hombro, carabina M1 en mano, la Niña combatió a la milicia, bajo las órdenes de Osvaldo Ramirez, Tomasito San Gil y Julio Emilio Carretero. Durmió en las laderas de los montes, pasó hambre y sed, y a tiro limpio, rompió los triples cercos de las milicias castristas. En la manigua parió dos hijas, y ambas murieron en sus brazos de hambre y sed. Para 1963, Zoila era jefe de una guerrilla de doce hombres, veterana de centenares de escaramuzas en los montes villareños. Hay una anécdota que bien describe la sangre fría de la joven guerrillera, contada por uno de los sobrevivientes de la gesta heroíca. Rodeados en un triple cerco, los hombres de Carretero se desbandaron, intentando cruzar las lineas castristas sin ser detectados. Uno a uno, los alzados fueron cruzando el cerco, reuniéndose después todos a la orilla de un riachuelo. Carretero contó. Faltaban dos. Manolo y Zoila. La preocupación aumentó cuando se empezaron a escuchar disparos en la distancia. Carretero, que tenía buen oido para las balas, pudo discernir entre los disparos de metralleta y de rifle checo, el martilleo del Garand de Manolo y el M1 de la Niña. Los alzados comenzaron a correr hacia el ruido de los disparos para socorrer a la pareja. El M1 enmudeció de súbito. Sólo se escuchaba el cantar del Garand. Carretero gritó una maldición, pensando que Zoila había caído en el combate y solo Manolo quedaba combatiendo. Al atacar a la milicia, en un cruce de fuego y dispersarlos, los alzados quedaron sorprendidos. Acostado en un matorral, con una herida en el hombro, se encontraba Manolo Munso. A su lado, con un Garand humeante entre las manos, Zoila Aguila se batía sola contra un pelotón de milicias. En marzo de 1964, después de casi 4 años alzados en el Escambray, La Niña y Manolo fueron capturados, traicionados por Alberto Delgado, "El Hombre de Maisinicu", un oficial de Seguridad del Estado que tendió una trampa a las guerrillas de Emilio Carretero. En Villa Marista, las oficinas de Seguridad del Estado Zoila y Manolo fueron separados. Por un tiempo se podían hablar a gritos de celda a celda, pero después a Manolo a lo cambiaron de celda para que ni a gritos lanzados por pasillos se pudieran consolar. A la Niña le encerraron en el Príncipe Negro, un cuarto tapiado subterraneo, donde sólo las ratas la acompañaban. Después vino el juicio. La Niña y 18 alzados recibieron condenas de 30 años de encarcelamiento. Doce guerrilleros fueron fusilados. Manolo Munso La Guardia murió en los fosos de la prisión de La Cabaña, al anochecer del 22 de junio de 1964, mientras cantaba junto a sus hermanos de lucha el Himno Nacional de Cuba..

La Niña fue llevada al presidio político de las mujeres. En Guanabacoa, Guanajay y la hipócritamente llamada finca Nuevo Amanecer . Zoila continuó la lucha aún tras las rejas. Presa plantada se negó a doblegarse. Guardias armados con tubos de manguera la golpearon, Fue tapiafda en cuartos oscuros, sin luz ni comida.. Quemó colchones y fue envíada a celdas de castigo.

Rompieron su mente pero no se espíritu. La Locura se apoderó de Zoila, pero ella aún demente se negó a rehabilitarse. Era mucho el sufrimiento. Dos hijas muertas. Manolo fusilado. Carretero enterrado junto a Manolo en una fosa común. Meses de celdas de castigo. Torturas, golpizas, hambre. La volvieron loca pero no lograron doblegarla.

En la cárcel de mujeres, sentada en su camastro, se pasaba horas en vueltas en trapos, vestida como una leprosa, sin hablar. Cuando le permitían salir al patio se encaramaba en las matas, donde se pasaba largo rato, la vista perdida en el hirozonte lejano.

Después de cumplir más de la mitad de su condena llegó a Miami. Una de las últimas presas en salir de Cuba.

Tocamos suavemente con los nudillos en la puerta blanca. La sentimos moviéndose en el cuarto, pero no respondió. Tocamos por segunda vez. La puerta se abrió lentamente. Sólo una rendija. Media cara se asomó al pasillo. Pelo azabache. Cutis liso, sin arrugas. Voz de timbre claro.

La visita duró veinte minutos. La Niña no nos permitió entrar al cuarto, ni abruió la puerta completamente. Conversó un poco con Pola y Reina Carolina, las amigas del presidio ignorándonos a Ramón Grau y a mí. Polita le llevaba unos regalos, una botella de perfume y unos abrigos, p[ero la guerrillera no los aceptó.

Les habló mucho, nos dijo el dueño de la casa de huéspedes. - Ella vive encerrda en el cuarto. Es un caso incurable. -No nos aceptó los regalos. -No- dijo el hombre- ella se ofende si alguien le ofrece ayuda. Nosotros hacemos lo que podemos por ella, pero es dificil ayudarla.

Esa noche me costó trabajo dormir. La imagen de aquel rostro tras la puerta blanca quedó grabada en mi memoria. En sus ojos oscuros me he asomado al dolor infinito de mi pueblo.



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