Por:Héctor Maseda
Zoila Águila Almeida, la Niña de Placetas, fue la única mujer que se incorporó como combatiente a las guerrillas anticastristas en las montañas del Escambray. El gobierno cubano, en un intento por restarle valor a esta realidad, tejió una falsa versión, deshumanizada y cruel, que descalificaba a esta joven como patriota y mujer cubana. Colocar los hechos en su verdadera dimensión constituye la razón de ser de este texto, como contribución a la historia que está aun por escribirse
Zoila reaccionaba con rebeldía ante las injusticias sociales. Por esa razón se incorporó en 1957 a la lucha armada en la Sierra Maestra y formó parte del ejército fidelista. Al poco tiempo, y luego del triunfo revolucionario del año 1959, reconoció que se encontraba en el bando equivocado y volvió a la lucha guerrillera para enfrentar a los enemigos de su pueblo, hasta que fue capturada.
"La Niña de Placetas llegó a la ciudad de Santa Clara en enero de 1959 con el ejército rebelde y allí se quedó. Pero sólo se mantendría hasta el año 1961 debido a su inconformidad con la política asumida por el nuevo gobierno. Comenzó a conspirar y se incorporó a la guerrilla de Porfirio Guillén Amador ese año. Guillén fue uno de los primeros alzados que tuvo El Escambray. Zoila fue la única mujer combatiente que hubo en las filas de los rebeldes anticastristas", señala Pedro Librado, hermano carnal del guerrillero Porfirio Guillén y gran amigo de Zoila:
"Ella sostuvo muchos combates en la zona de Fomento, Manicaragua", precisa Librado. "La recordamos pequeña de tamaño e inmensa de corazón, con su ametralladora Thompson en las manos. No sentía miedo ante nada ni nadie. Dentro de los cercos era una pantera, y la primera en romperlos a tiro limpio. Contrario a lo que piensan algunos por aquí, ella nunca realizó misiones de mensajera o colaboradora desde el llano. Era demasiado conocida por amigos y enemigos. Los guerrilleros la querían y respetaban como a la joya más preciada. Sabían que era a ella a quien las limitaciones que imponía aquella vida eran más difíciles de superar".
La joven Águila Almeida se mantuvo en el grupo que comandaba Porfirio por espacio de año y medio. Luego pasó a las órdenes directas de Emilio Carretero, jefe máximo de la insurgencia en el Escambray. Sobre el particular, apunta Pedro Librado:
"Mi hermano se llevaba bien con ella y la cuidaba mucho. Pero no estaba de acuerdo en mantenerla permanentemente entre tantos hombres, viviendo en las condiciones en que lo hacían: privaciones de todo tipo, marchas y contramarchas diarias, extenuantes, y la muerte acechando a diario detrás de cada piedra. Para mediados de 1962 ella pasó al grupo de Carretero. En su nuevo destino se destacó muchísimo, no sólo en los combates y emboscadas, sino por la forma en que rompía los cercos de las tropas gubernamentales. Es histórico lo ocurrido en la carretera de Banao, en noviembre de 1963. Ella, sin apoyo de nadie, cubrió la retirada de unos diez guerrilleros hasta que éstos lograron escapar. Después se lanzó de frente al enemigo lanzando granadas y disparando ráfagas con su arma. Dominaba a la perfección los secretos del monte y el enmascaramiento".
Para finales de 1963 los cercos del ejército y la milicia se incrementaron, y el Escambray se saturó con cientos de miles de soldados y las unidades especiales de la llamada Lucha Contra Bandidos (LCB). Simultáneamente, el gobierno desalojó a la mayoría de los campesinos de la región, fuesen o no colaboradores de los insurrectos. La deportación masiva se produjo hacia las provincias occidentales del país. Los guerrilleros, sin posibilidades de recibir alimentos, armas, municiones y vestuario, y obligados a combatir en condiciones desiguales, fueron mermando en número. Muchos pensaban en escapar y continuar la lucha desde el exterior.
"Fue así que surgió la operación dirigida por el Departamento de Seguridad del Estado conocida como 'Hombre de Maisinicú'. Alberto Delgado, su protagonista principal, fue colocado por la policía política de Castro como administrador de la finca Maisinicú, cercana a la ciudad de Trinidad. Desde su arribo, Delgado ayudó a los guerrilleros suministrándoles botas, medicinas y alimentos, además de brindarles áreas de la finca para que vivaquearan. Afirmó, en la oportunidad adecuada, poseer relaciones con personas que podían sacarlos del país. Algunos mordieron el anzuelo. La trampa estaba tendida", refiere Librado.
"Los primeros en caer", continúa, "fueron el jefe guerrillero Maro Borges y sus hombres, quienes abordaron confiados un barco con insignia norteamericana y tripulación que hablaba inglés. Lo que siguió después es historia conocida. El gobierno cubano hizo una película con este argumento en 1972. Confiados, los rebeldes entregaron las armas a sus anfitriones. De inmediato fueron capturados por los agentes de la policía política".
El 9 de marzo de ese mismo año caerían en una operación similar Julio Emilio Carretero Escajadilla y los demás miembros de su grupo. Entre ellos se encontraba Zoila Águila Almeida, la Niña de Placetas.
Una reinvidicación por justicia
Después de su captura, Zoila Águila fue sometida a todo género de torturas para ablandar su resistencia. Los narcóticos mezclados en los alimentos, los fusilamientos simulados a los que fue sometida, las grabaciones de sollozos provenientes supuestamente de su hija, fueron demasiado para su frágil cuerpo. Zoila moriría en prisión, sin recuperar la cordura ni la libertad.
"Los militares no la dejaban dormir", recuerda un familiar de Zoila que se encuentra en el exilio. "La sometían a intensos interrogatorios que duraban semanas. La mantenían de pie, en una misma posición durante horas. En las comidas le administraban drogas para que perdiera el control de la voluntad y declarara contra ella misma. Realizaron varios simulacros de fusilamiento, y la conminaban a testimoniar -sin lograrlo- contra sus compañeros guerrilleros apresados con ella en la 'Operación Maisinicú'. Uno de los mecanismos más crueles que utilizó contra ella la policía política fue hacerle creer que había asfixiado a su hija para evitar que el llanto de la pequeña denunciara a la tropa enemiga que los rodeaba la posición de su grupo".
Siguió relatando el hombre, que pudo hablar con Zoila en sus momentos de lucidez, que para lograr su propósito la hacían escuchar grabaciones del llanto de una niña. Este tormento y los continuos interrogatorios destruyeron el equilibrio psíquico de Zoila. En estas sesiones -según le dijo Zoila- los oficiales le gritaban ¡mala madre!, ¡asesina! ¡mataste a tu hija con tus propias manos!. "Zoila nunca tuvo hijos, pero esta historia, repetida una y otra vez, destrozó a Zoila, quien ya no establecía diferencias entre la realidad y la pesadilla. Pero aquí no concluyó la trama. El colmo de la infamia llegó al extremo de presentarle al pueblo cubano, en un capítulo de la serie de televisión 'Sector 40', la versión de cómo Zoila había asesinado a su pequeña. La intención gubernamental era destruir su imagen y su ejemplo de mujer combatiente".
No es menos cierto que una mentira, para que surta los efectos deseados, debe sostenerse en algunos elementos tomados de la realidad. Al respecto, Pedro Librado Guillén Amador, quien conoció de las actividades guerrilleras de Zoila por intermedio de su hermano Porfirio, jefe inmediato de ella, señala:
"La historia contada por el gobierno sobre Zoila y su supuesta hija es falsa. Ella no tuvo hijos. Lo que sí fue real es que perdió dos embarazos durante su estancia en las montañas. Esa situación de sacrificios extremos la colocó ante la disyuntiva de combatir contra la tiranía o ser madre. De alguna manera, sus enemigos conocieron esta situación y la utilizaron, no sólo para destrozar a Zoila emocional y físicamente, sino para presentarla ante la población como una mujer diabólica".
A doce de los guerrilleros capturados en la "Operación Maisinicú" -según relata Enrique Encinosa en el libro "Cuba en Guerra" (pag. 179), "los fusiló Castro entre el 22 y el 24 de junio de 1964. Sus nombres: Julio Emilio Escajadillo (El Carretero), Mauro e Irenio Borges, Manolo Manso La Guardia (esposo de Zoila), Raúl Morel Visiogo, Macho Jiménez, Andrés Oramas, Tomás García Valle, Cuco Cedeño, Blas Ortega, Vale Hernández y Benito Pedraja. Este último insurgente de 64 años que estuvo alzado 40 meses. Todos murieron cantando el Himno Nacional".
Zoila Águila Almedia, la "Niña de Placetas", fue condenada por un tribunal militar sumarísimo a muchos años de cárcel. En la prisión se caracterizó por su rebeldía. Murió en cautiverio en la sala de penados "Pedro Cabó Serviá" del Hospital Psiquiátrico Nacional (Mazorra). Zoila perdió la razón a consecuencia de las torturas a que fue sometida.
NOTA DE NUEVO ACCION: hemos publicado el relato sin cambiarle una coma, pero está equivocado en lo referente a la muerte de Zoila. La realidad es la expresada en el artículo de ayer de Encinosa.
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