giovedì, giugno 15, 2006

Contra el muro del castrismo : Nuevas redes sociales comercian, prestan libros y acompañan enfermos para romper el monopolio del Estado.

Contra el muro del castrismo

Celebración del Día de los Reyes Magos en una biblioteca independiente de la Isla. (BIBLIOCUBA.ORG)

Celebración del Día de los Reyes Magos en una biblioteca independiente de la Isla. (BIBLIOCUBA.ORG)

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La casa es sencilla, con paredes de ladrillo rojo al descubierto y su techumbre de tejas criollas. No aparece por ningún lado la opulencia. La riqueza de los que viven en ella está en la discreción con que lo están haciendo todo.

En momentos en que el régimen arrecia contra la disidencia interna, contra el flagelo de la corrupción estatal y hasta engulle a algunos de los hasta entonces monigotes "intocables", una red de abejas humanas y hormigas con ánimos de gigantes se apresta a sobreponerse al "gardeo" de la cada vez más macabra presión por parte de la Seguridad del Estado.

La liebre saltarina

A la casa traen carne de res, tan prohibida en la Isla como en Bombay, pero por razones muy diferentes. La traen en pequeñas cantidades, acaso medio quintal que es repartido en pequeñas bolsas de nylon, en porciones de dos o tres libras, a lo sumo cinco. Hasta aquí pudiera parecer que es un simple tráfico, pero lo curioso del caso es que antes del sacrificio, el animal es supervisado por un veterinario que certifica que la res está en completa salud.

Ya comer carne de res en algunos lugares no ofrece peligro, cierto es que cuesta unos pesos de más, pero se asegura el mercado, se mantienen los clientes, y niños y ancianos comen del nutritivo alimento.

Hay "entidades" o personas que a título personal están asumiendo la tarea de romper los cercos de la desidia institucionalizada, oficial. A la casa llegan partidas de jabones, detergente y otros artículos de aseo personal que "entran" primero al mercado negro que a la red estatal recaudadora de divisas. Este es un caso en que la iniciativa individual hace impenetrable el control policial, y en el peor de los casos les pone orejeras y lentes oscuros a los ojos y oídos de quienes deben vigilar.

Otro caso recurrente es el del patrocinio, supervisión y acompañamiento de las iglesias a las zonas de desbalance social. Aquí es la Iglesia Católica la que lleva la mayor experiencia, aunque se sabe de las gestiones de algunas denominaciones evangélicas. La Iglesia Católica, a través de su organización Cáritas-Cuba, distribuye medicinas, alimentos y artículos de aseo personal con gran regularidad y eficacia, a pesar de las trabas gubernamentales, aunque con (un poco) menos presión que las iniciativas individuales.

Sucede que varias personas llevan años intentando establecer un comedor o restaurante familiar para ancianos y personas desvalidas, pero hasta ahora ha sido infructuoso el acercamiento y nulo entendimiento con las autoridades locales. En algunos casos, los gobiernos locales (Poder Popular) han hecho menos resistencia, pero tampoco han brindado todo el apoyo que ellos mismos desearían con tal de quitarse de encima la lluvia de quejas y malestares que se les arrima cada día.

Comedores sociales y miniguarderías infantiles: una vasta red de voluntarios para el acompañamiento de enfermos, minusválidos, niños y ancianos en estado de postración son una faceta de ese empuje que el Estado no puede controlar en su totalidad.


Contra el muro del castrismo

El patito feo

El lado más arduo es, sin dudas, el de la disidencia y la oposición. Si al gobierno le importa menos de dónde entra el dinero manejado por organizaciones internacionales como Cáritas-Cuba, OPS/OMS, ONU y otras más que el destinado a ayudar a sobrevivir a la oposición, no es por una simple lógica de autodefensa.

El temor del gulag tropical viene por la fuerza que puedan tomar sus opuestos. La desarticulación malvada de una biblioteca independiente, lo mismo en Marianao, Camagüey o Gibara, ha hecho a muchos a volver a reunir igual o mayor cantidad de bibliografía sin mucho ruido, tragándose el nombre y los apellidos de la nueva institución y ofreciendo en silencio los servicios de préstamos de libros, videocasetes, discos y revistas con materiales diversos sobre democracia y transición, así como consultas bibliográficas y hasta una arriesgada prestación de fotocopia e impresión de documentos, en caso de contar con el equipamiento.

Son las nuevas redes sociales, las que ante la embestida policíaca han escogido el silencio a la promoción debida y merecida. El estado de terror declarado contra la disidencia ha llevado a muchos a desconfiar del prójimo. Pero ya son varios los casos en que los miembros de alguna organización clandestina recibe la voz de alerta, venida de las mismas entrañas de los cuarteles y lo toman en realidad como un aviso a tiempo y no como una intimidación de rutina.

La condolencia o la misericordia o el cansancio o los restos de dignidad (o todo junto) llevan a la colaboración. Los más radicales pegarán el grito en el cielo, pero los casos están, la Cuba cotidiana está llena de ejemplos. Las personas que dan estos testimonios, aunque se nieguen a poner la cara, existen y así lo atestiguan.

Unos se oponen al linchamiento y otros al repudiable acto de repudio, unos a la marcha burlesca ante la tribuna y otros ante los tediosos discursos televisivos, hay quien se opone al aplauso y elige el silencio.

La grieta en el muro no sólo es tras el primer martillazo. El rasguño constante también lo ayuda a caer.





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