UNA CUENTA REGRESIVA PARA CUBA
Jaime M. Trobo *
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José F. Sánchez
Jefe de Buró
Cuba
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Junio 27, 2006
Montevideo -- El 19 de junio, cuando se instaló el novel Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, sobre el que tantas expectativas se han creado, sus integrantes quedaron sometidos no sólo al escrupuloso cumplimiento de las normas internacionales sobre derechos humanos, sino, además, a todos los compromisos que asumieron cuando se postularon para integrar el mismo, en un documento que, obligatoriamente, acompañaba a su candidatura. Cuba, pues, deberá cumplir lo que suscribió o, de lo contrario seguirá violando los DDHH y sorprenderá a los 135 países que votaron su nominación en la Asamblea.
El canciller cubano tituló la elección de su país como miembro en este nuevo Consejo como el ''triunfo más importante de la política exterior de la isla''; ''una rotunda victoria''. Si tras casi cincuenta años del unicato de Castro, expresado mediante la represión más feroz a la opinión ajena y a la más mínima crítica, a la par que sustentado en una política de propaganda de saturación para distraer de la atención la verdadera realidad que se vive en la isla, este es el triunfo más importante de la política exterior castrista, entonces pueden ocurrir dos cosas. O es resultado de la vanidad del canciller que se autoproclama, o el reconocimiento de que aún son capaces de birlar la buena fe y lograr que la estupidez de muchas cancillerías trafiquen en su interés --o ''miedo'' político-- el que Cuba siga tan campante.
Pero esa ''rotunda victoria'' podría convertirse en una rotunda derrota, porque la resolución que crea el Consejo recientemente designado, 60/251 de fecha 15 de marzo del 2006, compromete a los Estados que se postulen para integrarlo a presentar un documento que incluya ''promesas y compromisos voluntarios'' para la promoción y protección de los derechos humanos. Se dice, asimismo que: ''los miembros elegidos del Consejo deberán aplicar las normas más estrictas en la promoción y protección de los derechos humanos, cooperar plenamente con el Consejo y estarán sujetos al mecanismo de examen periódico universal durante el período que sean miembros''. De manera que todos los miembros que asumen su titularidad desde el 19 de junio están sometidos a estas reglas.
En el documento con que se postuló, el gobierno de Castro no menciona en ningún párrafo de propósitos la palabra libertad. Resulta curioso que haya recibido 135 votos eludiendo deliberadamente incluir este término, aun cuando el Consejo recién creado tiene por objeto ''el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos''. Mas si bien ha eludido esa expresión, ha expresado y firmado otras que le deberán ser reclamadas.
Ha escrito: ``Cuba reafirma su voluntad de continuar trabajando sin descanso en la consecución de la meta común del disfrute de todos los derechos humanos por todas las personas y todos los pueblos del mundo sobre la base del respeto a la Carta de las Naciones Unidas y los instrumentos internacionalmente acordados...''
Y también escribió: ``Si fuera electa al Consejo de los Derechos humanos, Cuba trabajará porque se abran paso la verdad, la justicia, el diálogo genuino y la tan necesaria cooperación internacional a favor de la promoción y protección de todos los derechos humanos para todos los pueblos y todas las personas''.
Es de esperar que entre sus funciones este nuevo Consejo de la ONU mire hacia los más de 300 presos políticos que todavía existen en Cuba; que contemple a las miles de familias desgarradas por el dolor que la separación y la represión derraman desde hace casi medio siglo. Una realidad sobre la cual el nuevo Consejo puede y debe influir. Por eso, comienza una cuenta regresiva.
* Parlamentario uruguayo.
LA NUEVA CUBA