sabato, luglio 29, 2006

EXCELENTE!: EL marxileninismo en accion en Latinoamerica - A. Torres Mega

Uno dei migliori scritti che abbia mai letto, un testo base per spiegare cosa e' il castrismo.


¿ H I P O C R E S Í A ?

Prof. Alexander TORRES MEGA

Si al término de la lectura de este artículo, el lector coincide en la percepción de la maniobra propagandística que paso a describir, podrá compartir la pertinencia de modificar este título suprimiendo los signos de interrogación. O mejor aún: sustitúyalos por signos de exclamación.
Veamos: sincero es quien se expresa con veracidad y sin doblez mientras que hipócrita es aquél que finge ser lo que no es, el que representa lo que no piensa ni siente.
En los voceros de la izquierda marxileninista observamos un discurso que pretende simular moderación y espíritu democrático. La razón de ello estriba en que, cuando el marxileninismo se muestra tal cual es, con toda su perversidad intrínseca al descubierto, la inmensa mayoría de la población lo rechaza automática y categóricamente. La injusticia de su doctrina antinatural y la brutalidad de sus métodos han merecido -siempre- la más severa condena. En diversas partes del mundo, han logrado dominar territorios y someter tiránicamente a millones de almas aunque no han podido convencer a las personas. Para evitar el rechazo que despierta, el marxileninismo pretende aparentar lo que no es. Simula sistemáticamente para postergar o impedir la reacción que provocan sus fines y sus métodos cuando aparecen a cara descubierta.
En verdad, ellos constituyen una secta filosófica materialista y atea, liberticida y apátrida. Responden a una concepción ideológica transpersona­lista que desemboca en el totalitarismo más opresivo.
Las más sutiles tácticas psicopolíticas pretenden ocultar que el marxileninismo le niega al individuo, frente a la colectividad, todo derecho natural. Sin embargo, los activistas del marxileninismo, en todos los ámbitos, utilizan un discurso que pretende hacer creer que ellos son los paladines de la justicia social, de los derechos humanos y del régimen democrático. Pero la verdad es otra: ellos quieren que todos los resortes de la vida, todas las actividades humanas queden subordinadas a un Estado omnipotente y omnipresente. La persona es considerada como un simple instrumento al servicio de fines supraindividuales encarnados por el Estado. Según ellos, el Estado es lo principal y el hombre apenas lo accesorio, que sólo vale en la medida que se desindividualiza y se somete a lo colectivo. El individuo, entonces, existe para la sociedad y debe producir para la colectividad.
Bien puede imaginar el lector qué tipo de respuesta encontrarían los políticos y agitadores al servicio de la izquierda marxileninista si proclamaran, claramente, conforme a la doctrina que los inspira, su radical y auténtica posición contraria a la familia, a la religión, a la propiedad privada, etc.
Resumiendo, las siguientes son algunas de las características del totalitarismo marxileninista al que pretenden llevarnos y que ocultan tras el hipócrita maquillaje discursivo, aparentemente filantrópico, muy moderado y pseudodemocrático de sus activistas:
· No reconocen derechos individuales, naturales, anteriores y superiores al Estado. El Estado omnímodo absorbe las libertades fundamentales.
· Consideran que la familia debe ser destruida por tratarse de una "institución burguesa inventada por la Iglesia".
· Procuran instaurar un dios-Estado, un Moloch ante el cual se sacrifican todos los derechos y todas las libertades.
· Inducen a la identificación estado-gobierno-partido. El poder del estado es ilimitado. A los órganos de gobierno les otorgan los más amplios poderes en el marco de una competencia imprecisa. Es la situación diametralmente opuesta a la del Estado de Derecho.
· Son partidarios del régimen de partido único y combaten a sangre y fuego toda forma de eventual oposición.
· Buscan sustentarse en el mito de la liberación del proletariado. Lo medular de su acción propagandística, para captar incautos, gira en torno al mismo.
· Buscan constituirse en “gobierno de fuerza” (antagónicos al tipo de los “gobiernos de opinión" que son aquellos que se apoyan en el consentimiento de la población libremente expresado.) Ellos procuran instaurar la "Dictadura del proletariado” que es “la dominación no restringida por la ley y basada en la fuerza".
· Promueven un verdadero culto a la violencia sin detenerse ante ley divina, natural o humana. Sin escrúpulos, aplican los más brutales métodos de acción. Promueven revoluciones y crímenes. Dicen que "Todo lo que contribuya a la rebelión es moral." Lejos de ser contrarios a las dictaduras, ellos han sido y son favorables a los gobiernos dictatoriales, por más brutales que sean, siempre que respondan a su mismo signo ideológico. Por ello aplaudieron y aplauden a las cruentas dictaduras comunistas padecidas durante décadas en Europa Oriental y hoy idolatran a la sanguinaria tiranía castrista. Hoy, fieles a la doctrina y a la praxis de violencia revolucionaria, la izquierda marxileninista ve con buenos ojos las acciones terroristas y guerrilleras en diversos países. Basta observar las complicidades con las “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia” (FARC), con la ETA; con la guerrilla en Chiapas, etc. En tal sentido, hay que observar, también, la común pertenencia al “Foro de San Pablo” con organizaciones violentistas hermanados en esa internacional revolucionaria que es una especie de reedición de la perversa OLAS.
· Edifican un estado-gobierno-partido militantemente ateo y francamente hostil para con la religión en general y con la Católica en particular (Siempre que pueden, aplican lo dicho por Lenin: "Dios es el enemigo personal de la sociedad comunista" (Carta a Gorki, dic.1913, "Le marxisme-laninisme", J. Ousset, p.132). Por tanto, declaran la guerra a la misma idea de Dios y combaten a la religión, calificada por ellos como "opio de los pueblos".
· Niegan la legitimidad del derecho de propiedad. (Marx y Engels confiesan en el “Manifiesto Comunista”: “Podemos resumir nuestra doctrina con esta proposición: abolición de la propiedad privada”).
Importa recordar que el derecho a la propiedad particular se origina en la libertad del hombre y reposa en ella. Por tanto, la abolición de la propiedad privada implica la negación de la misma libertad. Conculcada la propiedad, todos los derechos individuales quedan sometidos al arbitrio despótico del Estado. La supresión de la iniciativa particular genera la tiranía política.
La estatización de la economía, la carencia de estímulo y el desconocimiento de la fecundidad propia de la iniciativa particular, conducen a la miseria y al despotismo.
El interés del marxileninismo por los asalariados no obedece a que estos sean débiles u oprimidos sino a que constituyen una enorme fuerza instrumental al servicio de sus designios. Ellos no desean curar las heridas sino machacarlas como sostenía Engels. En rigor, son revolucionarios y no filántropos. Por ello, fomentan descontentos, fabrican conflictos, exacerban enfrentamientos, promueven el odio y la lucha de clases, organizan revoluciones y cometen los más brutales crímenes.
Estas perversas metas son reveladas sólo a los iniciados en la secta roja cuando llegan a poseer un grado suficiente de corrupción ideológica como para aceptar semejante aberración. Al gran público: nada de esto. Para las masas crearon incontables y eficaces artificios psicopolíticos que se caracterizan por ocultar la verdadera identidad ideológica y esquivar las definiciones doctrinarias claras.
En suma: los militantes del marxileninismo no hacen otra cosa más que usar las libertades que ofrece la democracia con el fin de destruir el mismo sistema que garantiza esas libertades y derechos. Esa es la finalidad real, con toda la radicalidad que ella implica, aunque sean “gradualistas” en el camino a recorrer, por momentos en forma lenta, para lograr esa perversa meta.
Darle crédito a la izquierda marxileninista en su discurso a favor de los derechos humanos y en contra de las dictaduras, sería como confiar en la prédica de un narcotraficante contra el consumo de drogas. Es tan sincero el activista marxista hablando de democracia y derechos humanos como un pirómano que niega su tendencia patológica a provocar incendios.

Prof. Alexander TORRES MEGA


Pese a que, en las últimas elecciones nacionales, la mitad de la población resistió las maniobras propagandísticas del marxismo y rechazó a la izquierda en las urnas, hoy tenemos instalado en nuestro país un gobierno que procura consolidarse para ir haciendo progresivamente más nítido su signo socialista, autoritario y procastrista.
La oscuridad de la noche empezó a caer sobre nuestro país. Es previsible que pronto sea mucho más espesa. Debemos contribuir a que un nuevo amanecer llegue cuanto antes.
Para ello, hay que influir en la denominada "opinión pública" y actuar, -siempre dentro del marco jurídico vigente- para encauzar a los sectores sanos de la población por la senda de la
!!R E S I S T E N C I A!!