“La guerra de los tomates”
Luis Alberto Ramírez. Miami.
Bitácora Cubana, 16 de julio de 2006
Muchas teorías se han abierto con respecto al tema del futuro de Cuba, todas tienen su lógica, todas pueden ser posibles, empero ninguna se ajusta a la realidad. Y la realidad no es justamente lo que los ‘cubanólogos” furtivos creen o especulan basándose en la historia superflua de la revolución cubana, sino, que para especular efectivamente sobre un desenlace probable, hay que conocer como se mueven los “digentes” en Cuba y de que forma funciona la maquinaria castrista dentro del engranaje de poder. Para nadie ya es un secreto que en Cuba no existe gobierno alguno, las ramas del poder en la isla son manejadas de forma delincuencial en todas y cada una de las funciones que mueven la sociedad cubana. Cuba es una especie de anarquía institucional que solo obedece los requerimientos de Fidel Castro cuando a este le molesta y/o perjudica algún comportamiento extremadamente exagerado, de manera que, no hay función gubernamental establecida, es decir, el castrismo es una especie de pulpo con un cerebro en cada tentáculo, que controla sus propias ventosas, controlados todos por una mente central, cuando esa mente deje de funcionar, lo mas probable es que el animal termine en una implosión sin remedio.
Armando Valladares* en un excelente artículo publicado por Diario Las Américas enarbola también esta tesis al afirmar que en Cuba la dirección se controla de forma vandálica, grupos de generales y entes históricos que tienen sus propios siervos que no permitirán de ninguna forma ser controlados por nadie que no sea el Don en Jefe. Yo creo que hay que prestar mucha atención a este análisis, porque si es así (y todo parece indicar que así será) el futuro próximo de Cuba es bastante negro, incluso, puede muy bien terminar con una intervención internacional.
Valladares pone varios ejemplos, uno de ellos da la medida de cómo es que los dirigentes o jefes de “familias revolucionarias” ocupan posiciones y salen de ellas con todos sus “soldados”. En Cuba es frecuente escuchar de manera delictivamente gubernamental “fulano es de la gente de Raúl” o “mengano es de la gente de Almeida” o de Ramiro Valdés, etc. Es decir, cada dirigente histórico tiene su gente, su grupo, o su familia gansteril que ocuparían las posiciones en los órganos de “gobiernos” a que son asignados con todo y sus arquetipos propios. Cada vez que un dirigente es movido de ministerio o puesto militar se mueve con todo y su banda. Muy bien lo aclara Valladares cuando afirma lo siguiente “Cuando Fidel Castro trató de suavizar la imagen de la represión allá por los sesenta o setenta, sustituyó al sanguinario jefe de la represión comandante Ramiro Valdés, por un médico que era el Ministro de Salud Publica, el Dr. Sergio del Valle, que daba una imagen mas afable y pacífica. Lo primero que hizo este último al asumir su nuevo cargo de Ministro del Interior fue defenestrar a todos los allegados y leales a Ramiro Valdés, los degradó, los expulsó, acabó con ellos. Años mas tarde se viró la tortilla y el dictador necesitó más represión y volvió a llamar a Ramiro Valdés al Ministerio del Interior y vino entonces el pase de cuenta. Lo primero que hizo Ramiro Valdés fue expulsar al Vice-Ministro del Interior General Enio Leyva, que al otro día estaba en una esquina esperando una guagua como cualquier cubano de a pie. Perdió los tres carros de escolta, las amantes, las casas. A Irving Flores otro de los altos oficiales de confianza del anterior Ministro Sergio del Valle, lo degradó”.
Y esto no sucede solamente en las altas esferas sino, en todos y cada uno de los ministerios y direcciones del País. Otro ejemplo muy claro que da la medida de que clase de gobierno existe en Cuba es el propio aeropuerto de La Habana, aquello funciona de manera vandálica, no existen directivas por las cuales el viajante pueda llevarse para exigir un mejor trato, allí todos son una partida de ladrones que estafan a cualquier turista, viajero o empresario extranjero sin que haya nada ni nadie a quien se puedan dirigir si quiera para denunciar. Los mayores estafados son los cubanos que viajan del exterior a Cuba y saben en síntesis que el aeropuerto es la fiel imagen de la dirección nacional del País.
Solo Fidel Castro es capaz de poner “orden”, esto solo en apariencia, porque en definitivas, este tipo de sistema aparentemente desaliñado es la base que alimenta su poder impenetrable y casi perfecto. Es por ello que una vez que falte “La madre de los tomates” la guerra es inevitable. Nadie va a aceptar al alcohólico de Raúl como sustituto del Don en Jefe, porque aunque el gobierno de Cuba es una especie de Mafia, no está tan bien estructurada como una familia mafiosa normal, que aceptan al “Padrino” que proponga el Don por respeto, no al Don sino, a la “Cosa Nostra”, porque a diferencia de la mafia, los poderes en Cuba se odian unos a otros, no se respetan y si a alguien han de respetar es a Castro. Por histórico, por inteligente y por asesino sin escrúpulos.
El desenlace en Cuba tiene, desde mi punto de vista, dos lecturas, la primera es, un Raúl Castro conciliando los grupos de poder asesinando a sus oponentes y controlando las familias revolucionarias de forma represivamente feroz, cosa que es verdaderamente difícil dado la historia de los involucrados, y dos, una guerra de facciones que terminaría como la guerra de los tomates, pero esta vez, otro sentido tendrá el color rojo del liquido derramado.
* El futuro de Cuba - Por Armando Valladares