domenica, gennaio 01, 2006

Jorge Sanguinetty: La magia económica de Fidel Castro

La magia económica de Fidel Castro
Jorge A. Sanguinetty
Diario Las Américas


Fidel Castro acaba de anunciar que el Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba creció en más de un once por ciento este año y pronosticó que crecería en un diez por ciento en 2006. El PIB es la medida de lo que produce una nación en un período dado y es el indicador más utilizado para saber cómo se comporta una economía. El PIB es la suma del consumo, la inversión, el gasto gubernamental y la diferencia de las exportaciones y las importaciones de un país. En un año dado este indicador mide el volumen de los nuevos recursos disponibles en una economía.
Las cifras anunciadas por Castro corresponderían a una economía pujante. El dictador incluso alardeó de que el crecimiento de este año había sido mayor que el de China y que además representaba un récord para Cuba. De hecho, tales cifras son impresionantes y se pudiera concluir que la economía cubana está funcionando muy bien si las mismas fueran ciertas. Yo dudo que lo sean y paso a explicar por qué.

Primero que nada debo señalar que el PIB era estimado por el Departamento de Investigaciones Económicas del Banco Nacional de Cuba, función que fue cancelada por Ernesto Guevara a comienzos de 1960. Lo que motivó tan drástica medida fue que dicho departamento hizo un estimado del PIB para el año anterior, el primero de la gestión revolucionaria, que indicó un crecimiento de sólo un uno por ciento para ese año, tasa que resultó inadmisible para Guevara y por lo tanto no publicable. De ahí en adelante y aunque parezca insólito, no hubo un verdadero sistema de cuentas nacionales.

Desde entonces, nunca hubo muestras de que el país hubiera desarrollado un sistema respetable de cuentas nacionales que pudiera medir el PIB y sus componentes con un mínimo de confianza. Era claro que Castro no estaba interesado en que sus funcionarios conocieran el verdadero estado de la economía cubana. Después de todo el desarrollo económico del país no era parte de su programa de gobierno.

Por otra parte, cuando las cuentas nacionales se toman en serio, los estimados no se dan antes del fin de un año, mucho menos por los jefes de gobierno. Cuando esto sucede y cuando encima de todo el gobierno es de carácter totalitario o dictatorial como el cubano, ningún observador profesional de las economías del mundo va a tomar las cifras en serio. La tasa de crecimiento anunciada por Castro carece además de una explicación de los métodos de estimación y de los documentos que permitirían una evaluación independiente del grado de confianza de las cifras.

Pero Castro no se limita a una pantomima estadística para este año, si no que la proyecta para el que viene. Cuando supe del pronóstico de crecimiento de un diez por ciento no pude evitar preguntarme en broma qué clase de modelo macro-econométrico habrían utilizado los economistas del régimen para producir esa cifra y cuáles habrían sido las hipótesis de trabajo del pronóstico. Generalmente, estos pronósticos se explican al público para darle a las cifras, al igual que a los estimados corrientes, cierto nivel de confianza. Nótese que tanto para el estimado de 2005 como para el pronóstico de 2006, Castro sólo da la tasa de crecimiento sin mencionar el volumen total del PIB al que se refiere.

La razón por la que Castro omite tales cifras la da él mismo en el discurso aunque de manera casi imperceptible. El dictador mencionó casi de paso que este año se había incluido en el cálculo del PIB el valor agregado de una serie de prestaciones sociales que se habían omitido en años anteriores. Independientemente de la validez teórica y metodológica de esa práctica, lo que esto significa es que los componentes de cualesquiera que sean los estimados para 2005 y proyección para 2006, ambos son muy arbitrarios y sugieren que Castro está necesitando cifras optimistas con motivos puramente propagandísticos.

En realidad no hay indicaciones sólidas que sustenten el optimismo económico de Castro. El sabe que está presentando un cuadro falso de la economía mediante un mejunje estadístico que nadie entiende, un acto de verdadera prestidigitación de estado. Y se burla tanto de los observadores internacionales de la economía cubana, como de los infelices que el tirano piensa que tiene como súbditos permanentes. Es en situaciones como ésta en que Castro se da cuenta del valor que tiene para él tener una población desinformada, ignorante y cautiva que no tiene el beneficio de una opinión disidente.

Es importante notar también la importancia crítica de las estadísticas económicas y la necesidad de que se produzcan independientemente del gobierno, además de que se puedan divulgar libremente y que los ciudadanos sepan interpretarlas en sus aspectos más elementales. Una democracia moderna que además esté comprometida con una economía capaz de sostener un alto nivel de vida para sus ciudadanos no puede funcionar adecuadamente sin que el público sepa qué está pasando con su economía.
:: NOTICIERO DIGITAL :: Ver tema - Jorge Sanguinetty: La magia económica de Fidel Castro