domenica, gennaio 29, 2006

9,240 VICTIMAS Y SEGUIMOS CONTANDO

9,240 VICTIMAS
Y SEGUIMOS CONTANDO











Por Jeff Jacoby
Columnista de The Globe
The Boston Globe
Boston
E.U.
Traducción:
Adolfo Rivero
NeoLiberalismo.com
Infosearch:
Francisco Díaz
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Enero 28, 2006





El hombre que más tiempo lleva como dictador en el mundo es Fidel Castro, que capturó el poder hace 47 años. Como la mayoría de los dictadores, Castro miente descaradamente, especialmente sobre su propio régimen. He aquí, por ejemplo, lo que dijo en una conferencia internacional en la Habana en abril del 2001:

“En nuestro país nunca ha habido escuadrones de la muerte, no ha habido ningún desaparecido, ningún asesinato político, ninguna víctima de torturas.. Usted puede viajar por todo el país, preguntarle a la gente, buscar una sola prueba, tratar de encontrar un solo caso en que el gobierno revolucionario haya ordenado o tolerado semejantes acciones. Y, si usted las encuentra, nunca volveré a hablar en público”.

Uno tiene que cerrar los ojos voluntariamente – convertirse en un “tonto útil” según la frase de Lenin – para poder creer en una mentira tan evidente. Pero, cuando de Castro se trata, los tontos útiles nunca han escaseado. Desde Normal Mailer hasta Jean Paul Sartre, desde Jesse Jackson hasta Ted Turner, una larga hilera de admiradores se ha derretido ante este tirano y ha elogiado su sabiduría y su encanto sin jamás demostrar el más mínimo interés en su historial real de crueldad y represión o en su larga lista de decenas de miles de muertos.

Pero el reto de Castro - “busquen un solo caso” – no ha quedado sin respuesta. El proyecto de Archivo cubano (www.CubaArchive.org) está trabajando para documentar el costo, en vidas humanas, de más de cuatro décadas de dictadura cubana. El pequeño personal de la organización, radicada en Nueva Jersey, se ha propuesto la monumental tarea de identificar cada hombre, mujer o niño que haya sido muerto por los dirigentes cubanos desde el 10 de marzo de 1952, el día en que el golpe de estado de Fulgencio Batista derrocó al presidente constitucional. De manera meticulosa, los investigadores del archivo han estado reuniendo las pruebas, víctima por víctima, de que los crímenes de Castro realmente existen.

Es un trabajo muy duro. Las víctimas de la revolución han muerto frente a los paredones de fusilamiento o apaleados por los sicarios del régimen. Han estado en embarcaciones que han sido deliberadamente hundidas en el mar o en aviones que han estado volando; han sido muertos por resistir el comunismo en Cuba y por luchar contra el comunismo en el exterior. En manos de los carceleros de Castro, algunos han sido llevados al suicidio y muchos otros han desaparecido.

Se trata de un trabajo lento y extremadamente penoso. Cada muerte en el archivo tiene que ser confirma, como mínimo, por dos fuentes independientes y documentada, en la medida de lo posible, con fotografías, narraciones de testigos presenciales y los recuerdos de los sobrevivientes. “No sólo queremos registrar nombres y números’’, dice María Werlau, la presidenta del Archivo Cubano. “Queremos contar cada historia. Queremos que el mundo conozca la magnitud de la tragedia cubana”.

Hasta ahora, los archivos han catalogado la muerte de 9,240 víctimas del régimen de Castro. ¿Quiénes eran? La hermana Aida Rosa Cruz, que fue enviada a la cárcel como “enemiga de la revolución” y murió de un fallo cardiaco producto del trabajo forzado y las torturas. Estanislao González Quintana, que murió en manos de la policía cuatro días después de haber sido detenido por “actividad económica ilegal” con el cadáver visiblemente magullado y con un profunda cortadura en la frente. Los tres hermanos García Marín Thompson, que buscaron asilo en le embajada del Vaticano en La Habana sólo para ser apresados allí por un escuadrón del Ministerio del Interior y ejecutados tras un juicio sumarísimo. O Alberto Lazo Pastrana, que murió con sus tres hijos cuando el barco en el que estaba tratando de escapar fue hundido por navíos cubanos; la madre fue devorada por los tiburones y nunca se volvió a saber de sus hijos. O Carlos Alberto Costa, un americano de 29 años, cuyo avión desarmado fue derribado por un caza de guerra cubano mientras estaba buscando balseros en aguas internacionales en 1996.

Más otros 9,230.

Pero eso es sólo la punta del iceberg. Werlau, director de investigaciones del archivo y Armando Lago, un economista que ha pasado años analizando los costos de la revolución cubana, esperan que el número total de muertes sea muy superior. Probablemente, hasta 77,000 cubanos pueden haber perdido sus vidas tratando de escapar de la isla; con el tiempo, sus muertes también se van a sumar al archivo..

Werlau, que vivió en Chile durante la dictadura de Pinochet, ha constatado de primera mano como la conciencia internacional sobre las violaciones de los derechos humanos ayudaron a reinstaurar la democracia en Chile. En sólo sus tres primeros años, el régimen de Castro había ejecutado muchas más personas, que todos los muertos y “desaparecidos” de la dictadura de Pinochet en sus 17 años en el poder”, dice. “Las víctimas de Castro son incomparablemente mayores y no sólo incluyen opositores políticos sino familias completas asesinadas por querer huir del país. Y la mayoría de estas víctimas permanecen ignoradas u olvidadas.”

“Simplemente teníamos que hacer algo al respecto.”
LA NUEVA CUBA