Zetapé a las órdenes de Castro
@Federico Quevedo
Sábado, 03 de diciembre de 2005
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El caudillo venezolano, Hugo Chávez, ha encontrado en el presidente Rodríguez al aliado perfecto para su estrategia radical, cuyo objetivo es la extensión de la revolución bolivariana por todo el continente americano, a las órdenes del Comandante Fidel Castro, verdadero muñidor de los planes del dictadorzuelo caribeño alentado por el presidente español. No es extraño que en Washington se estén llevando las manos a la cabeza. No es extraño que la semana pasada, una vez conocida la decisión definitiva del Gobierno español de vender al ejército de Chávez ocho fragatas y doce aviones, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, decidiera anular su previsto viaje a España para participar como observadora en la Cumbre Euromediterránea. Washington quería que la visita de Rice fuera un gesto de acercamiento hacia el Gobierno español, y se ha quedado en un nuevo motivo de tensión. Rodríguez ha preferido la alianza con lo más abyecto de América Latina antes que con la primera democracia del mundo, el país más poderoso de la tierra.
Es una opción, pero una opción absolutamente equivocada y que a la larga tendrá dolorosas consecuencias para nuestro país. Estados Unidos ha entendido la venta de armas al régimen chavista cómo lo que es, es decir, una contribución a la desestabilización de la democracia en Latinoamérica, con cuatro objetivos perfectamente establecidos: Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Colombia. Bolivia lleva tiempo convirtiéndose, por obra y gracia del desinterés mundial, en el campo de pruebas, en el tubo de ensayo de la revolución bolivariana. Bolivia es la demostración de como se intenta destruir una nación en todos los terrenos, en el psicológico, en el social y en el político y se hace a través de los llamados ‘movimientos sociales’ bolivianos, en su mayoría integrantes de redes anarco-indigenistas ligadas al Foro Social Mundial (FSM) e inspiradas en sus dos máximos adherentes: Chávez y Castro.
Sería ingenuo interpretar cómo una mera coincidencia los numerosos viajes a Caracas y a La Habana de dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) y de la Central Obrera Boliviana (COB). Por ejemplo, el Primero de Mayo pasado sus respectivos líderes, Evo Morales y Jaime Solares, viajaron a La Habana para reunirse con Chávez y Castro. Pocos días después, estallaba en Bolivia la fase más violenta de disturbios, que desembocó en la renuncia del presidente Mesa, la elección de un nuevo presidente, una frágil tregua política, el anuncio de elecciones generales y, sobre todo, la continuación de la incertidumbre. Ahora, Morales se presenta como el favorito para las elecciones y la revolución bolivariana tendrá un nuevo aliado regional. ¿Casualidad? No: revolución en estado puro, atentado a la democracia, golpe al Estado de Derecho.
Chávez organizó recientemente una marcha en Mar del Plata (Argentina) contra el Área de Libre Comercio de las Américas, liderada por los dos referentes intelectuales del Movimiento Antiglobalización, el ex futbolista argentino Diego Armando Maradona –que ha conectado de maravilla con Zetapé- y el líder indigenista Evo Morales. Detrás de esta marcha estaba, de nuevo, el interés del régimen castrista por hundir la ACAL, un proyecto de mercado común para Iberoamérica que acabaría con la influencia cubana en el continente. Como colofón a la marcha, Chávez acabó llamando al presidente mexicano, Vicente Fox, “cachorro del imperio” lo que ha originado un conflicto diplomático sin precedentes. ¿Creen que desde España se ha hecho algún gesto de apoyo al mandatario mexicano? Ni por asomo. Todo lo que está ocurriendo en Latinoamérica está perfectamente planificado en laboratorios sociales revolucionarios ligados al FSM y a los gobiernos de Castro y Chávez, y España colabora activamente.
Las articulaciones de estos movimiento revolucionarios llegan también a Ecuador, Colombia y Nicaragua. Es, precisamente, este último uno de los objetivo de Castro, Chávez y Rodríguez. La diplomacia española ya ha mostrado su apoyo al Frente Sandinista en las próximas elecciones nicaragüenses que, según parece, tiene visos de ganar el partido que lidera Daniel Ortega. Nicaragua podría volver a caer bajo la bota de la dictadura sandinista, una experiencia que ya han vivido cruelmente los nicaragüenses y una amenaza que, hasta ahora, han podido evitar. Pero el FSLN cuenta con aliados poderosos a ambos lados del Atlántico desde que Rodríguez gobierna en Madrid. El FSLN es un partido de inspiración marxista y para Rodríguez supone un nuevo paso en su estrategia de apoyo a la extensión del socialismo radical en Latinoamérica.
Una estrategia que ya ha tenido cierto éxito al lograr que la UE suavice su censura política al régimen de Castro. El Gobierno, en su momento, canceló las ayudas humanitarias y militares a Colombia con el fin de destinar esos recursos a Venezuela, lo que le ha costado otro de los motivos de agravio a Estados Unidos que observa con enorme preocupación los movimientos de Rodríguez en Latinoamérica. La última jugada en ese tablero de ajedrez sería la victoria sandinista, y entonces Castro, de la mano de Rodríguez, tendría todos los peones, con la excepción de Colombia, situados para hacer frente, desde una América Latina dominada por el radicalismo de izquierdas, a los Estados Unidos.
En su momento, la victoria de Zapatero en las elecciones generales en nuestro país fue acogida con júbilo por los sandinistas que vieron en el presidente español un nuevo aliado, y éste corresponde a los agasajos del sandinismo. Una victoria del FSLN en Nicaragua tendría una lectura de desestabilización en la zona, y generaría inmediatamente enormes temores por la vuelta a lo que ya significó un Gobierno bajo estas siglas. Ortega clonaría en Nicaragua el modelo venezolano de Hugo Chávez de régimen personalista, en el que se reprime la oposición interna y se modifican las leyes para favorecer la revolución bolivariana, y en el que la libertad empieza a ser un bien escaso. Ortega se perfila como un nuevo Chávez para Latinoamérica. El año que viene será su última oportunidad para lograrlo, pero esta vez cuenta con un aliado no poco poderoso: la España que preside Rodríguez.
Los experimentos revolucionarios chavistas ya están siendo puestos en práctica por otro militar populista en Ecuador, Lucio Gutiérrez, que ayer mismo desafiaba al Congreso de su país proponiendo un referéndum que permita la reforma de la Constitución de su país, un modelo que puso en práctica Hugo Chávez en Venezuela. Ecuador lleva el mismo camino de chavización que Venezuela y, curiosamente, Lucio Gutiérrez es uno de los mandatarios americanos mejor tratados por la diplomacia española. El escollo para la estrategia de Castro, Chávez y Rodríguez se llama Álvaro Uribe. El presidente colombiano no quiere caer en la red que está tejiendo a su alrededor Chávez, de ahí que la venta de armas del Gobierno español a Venezuela sea vista con enorme preocupación por el Gobierno colombiano. Las sospechas de que Chávez está apoyando militar y financieramente a la FARC son cada vez mayores, y cabe la duda razonable de si esta entrega de armamento va a suponer un aumento de la desestabilización en Colombia.
La política exterior española en aquella región parece guiada, no tanto por lo que deberían ser los intereses estratégicos de España, como por la nostalgia que el sandinismo despierta en una parte de la izquierda española, precisamente la que gobierna. Esto se ha hecho evidente en esa alianza que he venido en llamar el Cuarteto de Ipanema, que une a Castro, Chávez, Kirchner y Rodríguez -aunque probablemente debería eliminar al mandatario argentino de esa joint venture de intereses revolucionarios y añadir a Lucio Gutiérrez y, si gana, a Evo Morales, y convirtiendo al Cuarteto en Quinteto. Hay quien se pregunta, por ejemplo, a que vienen tantos viajes de la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín, a zonas preferentemente vinculadas con los movimientos armados revolucionarios en América Latina, e incluso si puede estarse dando la posibilidad de que recursos destinados a ONGs en la zona se estén desviando a la capitalización de estos movimientos y al FSLN en Nicaragua. Pajín tiene en la zona a una persona de su confianza que responde al nombre de Susana Contreras y que podría ser, si estas informaciones son ciertas, la encargada de hacer de intermediaria entre el Gobierno español y los movimientos armados revolucionarios.
Si alguien creía que con la caída del muro se había acabado la época del terror en Latinoamérica, estaba equivocado. Mientras Castro continúe en el poder y tenga como aliados estratégicos a Chávez y a Rodríguez, la América Latina sigue bajo la amenaza de la revolución y España, en lugar de contribuir a la instauración de la democracia y la libertad, trabaja a favor de los intereses de un caudillo y un tirano. ¡Qué pena!
fquevedo@elconfidencial.com