martedì, dicembre 27, 2005

Falaz 'Rebelión'

Falaz 'Rebelión'

Sobre el sitio web 'rebelion.org' y la defensa del castrismo desde el occidente capitalista.

Castro con un 'bombillo ahorrador'.

Ampliar

Quien quiera ponderar de una buena vez el tamaño de las falacias a las que suelen acudir los articulistas de Rebelión en su decidida campaña a favor del gobierno cubano no tiene más que leer el último artículo de Pascual Serrano (Damas de Blanco, Reporteros sin Fronteras y el derecho universal a salir de un país). Empeñado en negar la nueva evidencia de la naturaleza totalitaria del régimen castrista que ha constituido su reciente negativa a permitir la salida del país a las Damas de Blanco, Serrano no consigue sino escaparse una y otra vez por la tangente del infantilismo y la inconsecuencia.

Como era de esperarse, comienza por negarle toda legitimidad a la causa del grupo de mujeres, reproduciendo punto por punto el discurso de Castro. “Las Damas de Blanco —afirma— son esposas de los cubanos encarcelados en abril del año (sic) 2003 por trabajar al servicio del gobierno de los Estados Unidos haciéndose pasar por periodistas —no tenían la titulación ni nunca antes habían ejercido el periodismo— para difundir noticias fuera de Cuba preparadas por la sección de intereses de Estados Unidos en Cuba”. Dos preguntas surgen enseguida: ¿es necesario tener titulación para ejercer auténticamente el periodismo?, ¿cómo sería posible para cualquier ciudadano cubano haberlo ejercido “antes”, esto es, antes de convertirse en crítico del gobierno, si en Cuba todos los periódicos permitidos responden a éste?

El señor Serrano, que a juzgar por lo mal que escribe carece, él sí, de titulación, se dedica en el resto del artículo a mentar casos en los que según él se ha violado fuera de Cuba el derecho universal que Reporteros Sin Fronteras pide al gobierno cubano cumplir. Habla de los palestinos de Gaza y Cisjordania, de los subsaharianos que en vano intentan entrar a España por Ceuta y Melilla, de los inmigrantes que sobreviven sin papeles en los países desarrollados de Occidente. Nos preguntamos por nuestra parte si el hecho, que no interesa ahora cuestionar o confirmar, de que en tales casos se haya violado el derecho en cuestión, hace cambiar de signo la prohibición del gobierno de Castro. Como los interminables y cada vez más delirantes discursos del comandante, cuya “gran repercusión internacional” los medios oficiales comentan a coro, índices de un culto a la personalidad que los simpatizantes del régimen intentan ocultar, esa negativa ofrece por sí sola el más rotundo desmentido a una izquierda incapaz de superar su idilio culpable con ese horroroso golem que es hoy la Revolución Cubana. Y no le deja a Pascual Serrano otra opción que la reacción risible del niño que señala la fealdad del muñeco ajeno como si esta embelleciera al propio.

Más inteligente y audaz, otro de los castristas de Rebelión sí da el salto de rigor: cuestiona en su esencia misma la noción de los derechos humanos universales en tanto principio de una ilustración que arrasa con todo lo que él considera valioso y auténtico. Por esa vía, la de la nostalgia antimoderna en donde la izquierda radical abreva a gusto de las vastas fuentes de la derecha anticapitalista (Pound, Chesterton, Barrès), Santiago Alba, autor de La ciudad intangible, interesante ensayo filosófico editado este año en Cuba por la Editorial de Ciencias Sociales, puede llegar a identificar su rechazo al capitalismo contemporáneo, entendido como el verdadero fin del período neolítico, con su apoyo del comunismo a la cubana. Curiosa paradoja al interior de Rebelión: mientras algunos celebran en la Revolución Cubana el cumplimiento de la Ilustración (el caso del profesor de filosofía de la Universidad Complutense Carlos Fernández Liria en su colaboración en la compilación de la editorial Hiru Cuba, 2005), otros, el del citado Alba, ven en ella un ejemplar reducto de resistencia a los principios ilustrados tanto como a las abstracciones que impone la modernidad capitalista bajo su engañosa apariencia materialista.

Ahora bien, es preciso advertir que en el caso de Alba, como en el mucho menos sutil de un Pascual Serrano o una Belén Gopegui, la defensa del régimen castrista es esencialmente negativa. El malestar en la civilización capitalista se sublima en una enérgica aunque infructuosa defensa del gobierno de Cuba. Para ellos la revolución cubana es, más que una entidad positiva, una negatividad. No importa que la simple ojeada del sitio digital de los periodistas independientes baste para notar que las noticias que ahí se divulgan no son en modo alguno preparadas por la Oficina de Intereses de Estados Unidos. No importa que la existencia de la ominosa tarjeta blanca demuestre mejor que ningún artículo, ensayo o novela la total servidumbre a que el régimen somete a los cubanos.

Empeñados en ocultar lo inocultable, los de Rebelión no ponen límite a sus falacias. Así termina el artículo de Pascual Serrano: “Hace unos meses, un caricaturista cubano fue premiado en España. No pudo viajar porque no tenía recursos económicos, el gobierno cubano no le pudo financiar el pasaje de avión y ninguna institución europea lo hizo. Su caso no salió en ningún medio, ni le preocupó a ninguna organización. La razón era muy sencilla, él apoyaba y sigue apoyando a la revolución cubana, no tenía sentido para las instituciones europeas financiarle el viaje a un tipo así. Parece que el derecho a salir de Cuba sólo se reivindica en Europa cuando se tiene dinero y se es anticastrista, lo que, casualmente, suele ir unido. / Por cierto, existen también centenares de personas que quieren salir de Cuba y no pueden. Están en Guantánamo, son los Hombres de Naranja”. Varios comentarios habría que hacer a propósito. En primer lugar, el hecho de que una persona carezca de dinero para viajar es evidentemente distinto a que el gobierno de su país le niegue ese derecho. En segundo, resulta francamente extraño que el gobierno cubano no haya podido financiarle un viaje a algún partidario suyo: está visto y comprobado que mientras los cubanos de a pie sobreviven precariamente Castro no escatima recursos a la propaganda. ¿Quién financia, por cierto, los frecuentes viajes a Cuba de Pascual Serrano y Belén Gopegui? Tercero, ¿no conoce Pascual Serrano que miles de cubanos se embarcan en balsas a Estados Unidos cada año y que justo ese potencial migratorio ha sido una carta fundamental en el diferendo de Castro con los gobiernos norteamericanos? Pero ya sabemos: se van atraídos por el canto de sirena del consumo, incapaces de resistir heroicamente el cerco a que el gobierno de Estados Unidos y el orden mundial han sometido a la isla digna.

¿Qué puede esperarse, entonces, de una izquierda que con tanta ingenuidad como mala fe toma a Cuba como modelo de ese otro mundo que, según el lema del foro de Porto Alegre, “es posible”? Poco, si tenemos en cuenta que si el planeta entero se cubanizara eso significaría no ya el cumplimiento de la terrible profecía de Orwell sino su forzosa extinción, ya que el régimen de Castro ha demostrado ser de una asombrosa ineficiencia económica. Antes vivió de los subsidios de la Unión Soviética, ahora del turismo y de las remesas, esto es, del dinero de los capitalistas y de aquellos que decidieron abandonar el paraíso. Pero una vez convertido el planeta a semejanza de Cuba no habría ni turistas ni remesas. No existiría tampoco la abismal diferencia entre el peso cubano y el resto de las monedas del mundo que sostiene al régimen y mantiene a los cubanos viviendo en condiciones penosas y desprovistos de derechos ciudadanos. Decía Chesterton que el mundo de un ateo es fantástico como una pesadilla; un mundo a semejanza de Cuba, el sueño de los de Rebelión, es, por suerte, una pesadilla irrealizable.

URL:
http://portal.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/opinion/articulos/falaz_r ebelion