martedì, dicembre 13, 2005

¡Ay, Carlota! - Historias de Angola

HISTORIA
¡Ay, Carlota! (II)
Raúl Soroa

LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - En la década de los sesenta el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), liderado por Holden Roberto, mantenía una actitud beligerante. Era uno de los más antiguos movimientos anticolonialistas de las posesiones de Portugal en Africa. Fuerte en el orden militar, de señalada tendencia anticomunista, lo integraban las fuerzas mejor armadas y entrenadas. Era apoyado por China y contaba con el beneplácito de Estados Unidos.

Jonás Sabimbi, jefe de la UNITA, era uno de los líderes angoleños más importantes en la lucha contra el colonialismo portugués. Contaba con el apoyo del régimen chino y mantenía estrechos vínculos con el argelino Ben Bella.

El Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), de tendencia francamente comunista, pro soviético, apoyado por la URSS, el Partido Comunista Portugués, Cuba el Congo Brazzaville, era liderado por Agostino Neto, quien había estado relacionado desde principios de los 60 al Che Guevara. En 1966 Neto viajó a La Habana; desde entonces, los vínculos del dirigente comunista africano y Fidel Castro serían permanentes. Los primeros combatientes del MPLA fueron entrenados por Argelia y por instructores cubanos. Desde el punto de vista militar, era el más débil, por lo que la asistencia de cubanos, comunistas portugueses y soviéticos sería decisiva en su fortalecimiento bélico.

En medio de esta situación, se da en septiembre de 1973 la alianza entre el Partido Comunista Portugués y los militares de izquierda agrupados en el Movimiento de las Fuerzas Armadas, que perseguía dar un golpe de estado que instaurara un régimen comunista en Portugal. Alvaro Cunhal, el Lenin portugués, secretario del PC, comienza a moverse entre Cuba y la URSS para preparar el golpe y abatir al dictador Marcelo Caetano. La acción lo sorprende en La Habana.

Cunhal busca de inmediato fortalecer en las colonias a los movimientos de orientación marxista, y comienza a ejercer una gran presión sobre la Junta Militar encabezada por el general Antonio Sebastiao Ribeiero de Spinola, con Vasco Gonzalves como Primer Ministro, para negociar sólo con ellos. El Partido Socialista, encabezado por Soarez, busca crear una especie de mancomunidad lusitana, y propone la neutralidad entre MPLA, UNITA y FNLA.

Los militares rojos en el poder facilitan a Cuba, que se involucra en los procesos de descolonización de Mozambique y Guinea Portuguesa, toda la información logística y de inteligencia necesaria para su participación militar en Africa portuguesa, lo que le sería de gran utilidad en las acciones militares posteriores en Angola. Las visitas entre La Habana y Lisboa se suceden una tras otra. Intercambios de estrategia, planes en común, que tienen como objetivo llevar al poder a los movimientos pro marxistas y a facilitar a Cuba toda la información necesaria para intervenir militarmente en el proceso en caso preciso. Tropas selectas cubanas se encontraban ya en Mozambique y Guinea Portuguesa.

Desde finales de 1974 los soviéticos incrementan la ayuda militar al MPLA, y con la asistencia de los militares comunistas portugueses Agostino Neto logra estructurar una organización militar capaz de equipararse a la UNITA y al FNLA. En 1975 el MPLA se apresta a disputarle el control de Luanda a los dos movimientos rivales. El 4 de febrero Neto se presenta en la capital angoleña escoltado por militares cubanos y soviéticos. Entre mayo y junio Castro comienza a concentrar unidades militares en Cabinda, y en julio se acelera la entrada de combatientes cubanos en Angola, con el fin de ayudar a Neto a librar la batalla por Luanda.

Holden Roberto comienza a concentrar sus batallones en el poblado norteño angolano de Ambriz, donde se hallaba instalado su gobierno provisional. Su suegro Mobutu le presta toda la ayuda necesaria desde Zaire. En Cabinda, con el apoyo de las compañías francesas petroleras, se crea el FLEC, grupo con objetivos secesionistas. El inglés John Best y el mayor norteamericano James E. Leonrad, así como las organizaciones Security Advisory Service y Mercenary Forces Group comienzan a reclutar mercenarios para enfrentarlos al MPLA. La UNITA se apresta para dar batalla. Los chinos incrementan su colaboración militar con Sabimbi, facilitándole asesores, armas ligeras de combate, minas y explosivos.

En el mes de agosto llega a Luanda una representación de los militares comunistas portugueses, encabezada por el almirante Coutinho, conocido por el Almirante Rojo. Días después Portugal designa a Leonel Cardoso como Alto Comisionado para Angola, con la misión de facilitar la entrega del poder al MPLA. Desde mediados de julio zarpan de La Habana los primeros buques cargados con unidades militares, bajo el mando del general Raúl Díaz Argüelles.

El 15 de agosto de 1975 aterrizan en Luanda Jorge Risquet, encargado cubano de asuntos africanos, y los generales Díaz Argüelles y Ramón Espinosa, y se reúnen con el Adén para la llegada de las vituallas soviéticas.

Las tropas surafricanas cruzaron al sur de Angola desde Namibia sobre el 5 de agosto, para proteger los diques del complejo hidráulico del Ruacana-Calueque, y desde el 23 de octubre avanzan con dirección a Luanda a razón de unos 70 kilómetros por día. Esta fuerte columna va arrollando los campos de entrenamiento dirigidos por los cubanos, y se producen las primeras bajas.

Castro se ve en una difícil disyuntiva: dejar a sus hombres en las bases de entrenamiento a su suerte o enviar poderosos efectivos capaces de detener el avance de los surafricanos. Castro optó por la segunda variante.

La presencia cubana en Angola es anterior a la entrada de las tropas surafricanas. Es causa y no consecuencia de esa entrada. El avance de la columna blindada de Africa del Sur precipita los acontecimientos y exige al régimen de La Habana subir la parada en Angola, so peligro de ser exterminados sus asesores militares en el sur. El complot urdido por los comunistas portugueses, la URSS y Castro está a punto de venirse abajo. El gobierno de Gonzalves cae en Lisboa, y Africa del Sur avanza sin encontrar apenas resistencia, lo que hace necesario un gran desplazamiento de tropas cubanas y de logística por parte de los rusos, para impedir el desplome del MPLA.

El pretexto de la invasión surafricana le viene además como anillo al dedo a Castro para legitimar la escalada militar, usando la tesis del internacionalismo proletario.

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