DEAS EN VOZ ALTA
Alberto Franceschi
LOS GRANDES CHULOS
Acabo de leer la cifra oficial del gobierno cubano que dice tener en nuestro país 24.000 médicos. Si además sumamos los entrenadores deportivos, los alfabetizadotes, los asesores de todo tipo, los que andan armando negocios y peculados, como el central azucarero Zamora, la abultada nómina de espías de G2, el total de bacalaos es de por lo menos 50.000 cubiches.
Podemos en propiedad admitir que para terminar esta invasión silenciosa habrá que negociar, un día de estos, con Castro, como devuelve a la isla tanto tragón de mojito, ajiaco y púa, para evitar que su permanencia no deseada, salvo los que quieran quedarse asilados, se nos transforme en un agudo problema de política interior y exterior.
No soy de los que viven bajo el síndrome de que todo está perdido como en la Cuba de los sesenta. Y esto lo digo desde hace siete años, por la sencilla razón que tendrían que matar a la mitad de los venezolanos para ponernos en fila india con una tarjeta de racionamiento en mano. Lo de Cuba fue una verdadera revolución que sacó de raíz el estado capitalista y toda su armazón institucional y social. Esto de la quinta republica es una soberana patraña de una casta lumpen delincuencial. Un experimento de aventureros sedientos de poder y riqueza que para variar ponen a los pobres como escudo de sus fechorías. Los regímenes de Cuba y Venezuela se parecen sólo en el verbo delirante e incendiario de sus jefes, pero en realidad son opuestos en su esencia, orígenes, estructura y fines.
Sostengo y con un millón de razones para probarlo, que la nueva burguesía roja chavista, a diferencia de los burócratas del PC cubano, acumula propiedades billonarias y cuentas voluminosas en Euros y Dólares, de preferencia en la banca islámica de bajo interés pero de garantías máximas ante la DEA. Nuestros parásitos acaudalados en pocos años, no se ven constreñidos a los hábitos de los fidelistas de esconder sus divisas entre paredes falsas de sus mansiones de La Habana. El chavismo no es la vía venezolana al socialismo sino la vía cubana al capitalismo .
El 5 de julio de 2003 escribí: "No temáis, los chavistas no son revolucionarios son apenas lambucio-conservadores. Esta es una definición científico-social aunque no lo crean… Afirmo categóricamente que esta revolución llegó hasta aquí, donde estamos, y comenzará a derrumbarse por cuanto la casta social chavista que le da sustento de armazón humana, a toda esta miserable experiencia de gobierno, ha saciado lo fundamental de sus resentimientos sociales y quiere disfrutar en paz y conservadoramente lo acumulado tras cinco años de pillaje o, en el más mediocre de los casos, seguir en connubio de vida con sus privilegios…
De Venezuela, Fidel sólo necesita el picheo de un capitalismo exportador, no una tardía imitación al estatismo ruinoso y sórdido que impera en la isla. Chávez suspira por el totalitarismo estalinista del aparataje de esbirros castristas que inmoviliza la oposición cubana desde hace décadas, Fidel en cambio cavila en su demencia senil: "quien tuviera la mitad del capital de Venezuela. Pa`gozá.
Cuando Chávez pisó suelo cubano, apenas salido de Yare, y fue recibido por Fidel, con honores de Jefe de Estado, el Prometeo de Sabaneta soltaba chorritos de pipi, como cuando un perro demasiado expresivo recibe a su dueño tras un mes de ausencia. El flechazo fue telúrico, como dicen los poetas ramplones. Y después, cuando loquillo le puso la mano al coroto, el anciano zorro cubano se frotó las manos y se dijo: ay papá se armó un limpio, este ya lo tenía en el bolsillo y me saldrá fenómeno porque está dispuesto a regalarnos miles de millones de dólares."
Y así fue. La burocracia castrista nos cuesta mínimo entre cuatro y cinco mil millones de dólares anuales. Sólo en médicos, saquen la cuenta, a cinco mil dólares mensuales cada uno: mil quinientos millones anuales. Muchos amigos comentan la penetración comunista del castrismo a través de los médicos. Yo creo más bien que el objetivo de Fidel es puramente económico y que la buena imagen del humanitarismo de los enfermeros cubanos le revierten también al barbas en otros churupos por otro lado.
El plan barrio adentro semeja aquel cuento del tipo que pasaba todos los días por la frontera con una carretilla cargando unas matas de valor económico cero. Un día un guardia le dijo… te prometo dejarte pasar sin siquiera preguntarte más nunca que llevas, pero dime, que carajo contrabandeas, y el tipo le respondió ¡ carretillas !
No es bueno echar pestes contra un plan de medicina primaria que le resuelve a la pobre madre de un barrio, a media noche, como bajar una fiebre o detener una diarrea a un niño que se les deshidrata en brazos, esperando que amanezca para ir a una emergencia atiborrada de un hospital en desastre. La carretilla es, por supuesto, los emolumentos ocultos del enfermero cubano de marras.
Hace veinte años, por esta fecha, andaba yo clandestino en Praga, visitando entre otros militantes al periodista, recién salido de prisión, Peter Huhl, quien era líder junto a Vaclav Havel y Jiri Pelikan de la oposición democrática que mas tarde venció, destruyendo el régimen de ocupación soviética durante la segunda primavera de 1989. Allí conocí obreros cubanos enviados por Castro que trabajaban en Checoslovaquia. Los conseguí luego en Hungría, Rusia, Berlín este y en Polonia. Estudiaba yo las economías de Europa del este, satelizadas a la URSS y desde ese entonces conozco el mecanismo de cómo 300.000 cubanos trabajaban en esos países. Es el mismo que se utiliza en el acuerdo Chávez-Castro desde el año 2000 en Venezuela.
Estamos hablando de un sistema semi-esclavista moderno tramado en filigrana por el despotismo castrista. No es una adjetivación lo que hago, es una definición sociológica. El cubano que importamos, cuya manutención es administrada por el estado castrista, que obtiene a cambio una remuneración diez veces mayor por ese "préstamo" en este caso del médico, se comporta idéntico al esclavista de una hacienda del sur algodonero norteamericano o de los centrales azucareros cubanos del siglo XIX que cobraban, por supuesto en buen dinero, el traspaso estacional de sus propios esclavos a hacendados vecinos interesados.
El médico cubano en cuestión, es alojado en nuestros barrios y recibe unos 300 dólares mensuales. Automáticamente al venir al país su familia recibe en Cuba otros 100 ó 150 dólares en equivalencia en pesos, y accesos a privilegios que significan un mejoramiento de su nivel de vida. Uno o dos hermanos del que se vino tienen por ejemplo un cupo en la universidad con derecho a beca adicional o cualquier otra canonjía. La familia de este médico le escribe, desde su Cuba del alma, contándoles las cosas maravillosas que les ocurren por estar él cooperando con la revolución bolivariana… Compramos una piñata y le celebramos a tu hija menor el más feliz de sus cumpleaños, conseguimos tal y cual confetis etc. Ramoncito (el hermano menor) entró al grupo elite del partido en la universidad de La Habana… Cuantas cosas cambiaron desde que estás allá...
El médico, un buen tipo que aquí gasta en los supermercados su sueldo mediano comprando lo que le venga en gana, sin una maldita tarjeta de racionamiento como allá, de verdad no es ningún comunista fanático y podíamos admitir que le animan nobles propósitos. El sabe sin embargo que de ipso facto, si se le ocurriera desertar, su familia queda marcada para la desgracia y él abortaría la experiencia de convivir buenamente con un noble pueblo solidario y entusiasta que le brinda afecto y que valora su esfuerzo.
Castro mientras tanto se en bolsilla los otros 4.500 dólares con los que la misión Barrio Adentro paga los honorarios de ese médico al estado castrista. Esos 4.500 dólares van a Cuba a pagar esbirros, burócratas haraganes del partido, censores, militares etc.
Con ese mismo mecanismo Castro vendió a la URSS carne de cañón cubana. Hablamos de decenas de miles de vidas cegadas, o maltratadas al infinito por mutilaciones, de jóvenes cubanos. Al África fueron a parar durante 10 mortiferos años más de doscientos mil – 200.000- soldados cubanos para pelear las guerras, a finales de los setenta, con las que la burocracia rusa pugnaba y pagaba su guerra fría contra clientes locales de la potencia yanqui.
En esto de vender cubanos, Castro tiene una dilatada experiencia y no puede demostrar mayor satisfacción que la de haber hecho, al final de sus días, el mejor negocio de todos: el pactado con el pitcher zurdo de Sabaneta de Barinas que dejó como deleznables los 30 años de costosos regalos soviéticos. ¿Escrúpulos? Por favor… ninguno. Recordemos que fue el mismo Castro quien aprovechó la fuga masiva a USA de medio millón de cubanos honestos y pobres permitidas por el puerto de Mariel, para vaciar todas las cárceles de decenas de miles de presos comunes, incluyendo los de alta peligrosidad y enviárselos a Florida. Esa vez aunque los mandó gratis y también ganó.
No necesito ir a Cuba para imaginar con certezas que por cada equipo que se compre para las clínicas de diagnostico del barrio adentro 2, se le enviará otro a Cuba y los médicos cubanos ya volverán entrenados en su manejo. ¿Cuanto nos cuesta una operación de cataratas en Cuba?. Apuesto lo que sea, que con pasajes a precio de oro pagados a Cubana de Aviación, hoteles del estado etc. y honorarios deducidos por petróleo liviano bien caro, ese operado, centenares de miles de toda América según el plan que costearemos nosotros, que salen en góndola, por la gratuidad para el paciente, se nos transforma en 10 ó 20 veces el precio de lo que aquí costaría en una clínica privada. De ñapa tenemos que cantar loas a Castro por la supuesta magnificencia de su misión milagro.
Si desde hace seis años este gobierno hubiera reunido administrativamente todas nuestras excelentes facultades de medicina para otorgarles un presupuesto que representara la mitad de lo que le mandan a Fidel, nosotros tendríamos ya graduados y postgraduados, después de haberlos becados a todos y en excelentes condiciones de estudio, a 100.000 médicos y trabajadores de la salud de todas las mas exquisitas especialidades. Pero como esto ya no se hizo pensemos por un minuto que ocurriría si con la mitad de los dólares que le mandan a Fidel, el gobierno pagara 10 millones mensuales a todo médico, de cualquier origen incluidos los cubanos, pero sin control del G2, que quiera residenciarse en un barrio venezolano y atender la población barrio arriba.
No puede pretenderse mejorar la salud del país pagándole a un médico venezolano, del sector público, el salario mínimo mientras que tres cuartas partes de lo que nos cuesta barrio adentro le llega a Fidel para pagar sus parásitos: el millón de soldados y policías que mantiene esa cárcel en forma de isla.
De la misión chuleo adentro algún día conoceremos sus verdaderos costos y la gran mascarada que embaucó a tantos. Cuando pienso en estas y otras muchas de nuestras desgracias, no puedo menos que pedir recordar que esta pesadilla tuvo sus grandes responsables en factores poderosos, siempre innombrables…estos polvos vienen en realidad de magnates fabricantes de lodo.
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