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Si no fuera por la gravedad de las cosas que están en juego, las últimas declaraciones de los funcionarios involucrados en el affaire venezolano darían para una comedia de enredos .
Timerman negó siempre la existencia de una embajada paralela en Caracas, como había revelado el ex embajador Sadous. Eso sólo existe “en la imaginación de los periodistas”, dijo. Ayer mismo lo refutó De Vido : “Si cuando él (por Sadous) habla de una embajada paralela se refiere a todo lo que tuvimos que hacer porque se la pasaba de copetín en copetín, bueno: tómelo como una embajada paralela” (ver pág. 3).
La primera conclusión es obvia. La embajada paralela existió. La segunda es que dependía de De Vido, un hombre del riñón de Kirchner que controlaba y controla todos los negocios con Chávez.
Ahí entran las presuntas coimas denunciadas por Sadous. Y también la millonaria compra de combustible a PDVSA, que lo adquiere a otros países y lo vende con un sobreprecio a la Argentina. Funcionarios de PDVSA venían en el avión que trajo a Antonini y su famosa valija repleta de dólares.
Otro enredo. Las operaciones con Venezuela se hacen a través de un fideicomiso. Con la plata que Caracas recibe por el combustible, paga a los exportadores argentinos. Sadous denunció que allí faltaron 90 millones de dólares. Según Aníbal Fernández, eso no es tema de la Argentina sino de Venezuela.
La misma explicación pero al revés la había dado Chávez cuando Sadous destapó la olla: “Eso es cosa de los argentinos”.
Y más enredos. Aníbal dijo que la reunión de Sadous con los diputados fue “secreta y no debió haber salido nada”. Y a la vez Timerman pide que se haga pública.
Están desorientados . Pero ya encontrarán cómo culpar de todo a la prensa.