Civiles, mayores víctimas del ‘ingenio’ asesino de las Farc
Por Yesid Toro Meléndez, reportero de El País
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El impacto del ‘tatuco’ le destrozó la pierna derecha. Luz Edit Taquinás clamaba por la vida de su pequeña de dos meses de nacida, mientras era cargada por sus familiares que impresionados veían cómo a esta joven de apenas 17 años la vida se le escapaba en cada respiro. Su cuerpo estaba lleno de esquirlas y con cada minuto que pasaba perdía más sangre.
Eso fue el pasado 6 de mayo a las 10:00 de la mañana, el día que las Farc atacaron a unidades del Ejército en la vereda El Triunfo, a cinco minutos del resguardo de Tacueyó, en el municipio de Cajibío.
Esa mañana Luz Edit se había levantado a la madrugada y junto con su madre y sus hermanas se fueron a coger café en la falda de una montaña cercana a su casa. “Ella necesitaba los $10.000 para comprarle una leche a la bebé, ¡pero mire! ¿quien iba a imaginar semejante tragedia?” expresó con dolor Otilia Tenorio, hermana de Luz.
Cuando el ‘tatuco’ explotó, al lado de Luz Edit habían seis personas más. Una de ellas fue su prima, quien con heridas en sus piernas la cargó y subió la cuesta hasta poder sacarla a la carretera. “Ella solo decía: cuiden a mi niña por favor”.
Luz Edit dejó de respirar al día siguiente en un quirófano del Hospital Universitario del Valle de Cali. Antes de la cirugía, se despidió de su madre y de sus hermanos.
La vida no le brindó la misma oportunidad a Patricia Nuscué. Ese mismo 6 de mayo, como si se tratara de un día maldito, otro ‘tatuco’ cayó sobre la casa de esta joven indígena, quien vivía en la vereda Chimicueto, también en Tacueyó. “Es una fecha que nunca vamos a olvidar”, anotó Robeiro Silva, coordinador de la guardia indígena del resguardo. Sosteniendo en sus manos su bastón de mando, este joven líder del pueblo Nasa no duda en recordar lo letales que son estos artefactos explosivos improvisados con los que las Farc arrancan vidas, atacan poblaciones, puestos de salud, iglesias, estaciones de policía y unidades militares.
“El 28 de abril dos pobladores del resguardo resultaron lesionados. Eso fue en un enfrentamiento, todo el mundo corría ese día. Varias familias pasaron la noche en la escuela”, recuerda Robeiro.
Hace apenas quince días esta población de 13.000 habitantes fue atacada, de nuevo con ‘tatucos’. La iglesia y varias viviendas quedaron averiadas y a cuatro mil estudiantes les tuvieron que suspender las clases. El Ejército responsabilizó al Sexto Frente de las Farc.
El mismo panorama se registra en sitios como El Palo y en municipios como Caldono, Corinto, Caloto, Jambaló, los más afectados este año por el uso de estas armas artesanales.
La Defensoría del Pueblo en ese departamento reveló que este año 36 civiles han muerto en medio del conflicto, 39 han resultados heridos y estima que al menos la mitad de las víctimas han sido blanco de esta arma no convencional. La entidad también registra 72 daños a bienes, la mayoría por el uso de ‘tatucos’.
Es por eso que en medio del arsenal de armas que los irregulares están utilizando en esta guerra, la Fuerza Pública ha puesto particular atención en combatir la fabricación y el uso de estas granadas de mortero hechizas.
Armas de la muerte
Para fabricar un ‘tatuco’ un guerrillero debe hacer un curso que le da el grado de explosivista dentro de la organización.
Los subversivos arman estas granadas de mortero hechizas rellenas de metralla (puntillas, tornillos y trozos de hierro) que al ser lanzadas desde un tubo de hierro, que por lo general es el cardán de un camión o un tubo de conducción de combustible robado en los oleoductos, pueden impactar un objetivo a 800 metros de distancia.
Sin embargo en la mayoría de los casos la precisión de éstos falla por tratarse de un artefacto de fabricación artesanal. Además porque son ubicados en horquetas de madera enterradas de manera superficial sobre un terreno por lo general húmedo. “Eso le quita estabilidad, incluso se sabe que estas granadas hechizas les han explotado a los guerrilleros casi en sus piernas debido a estas fallas técnicas”, dijo un experto del Ejército.
El uso de esta arma contra la población civil y la Fuerza Pública, según la inteligencia del Ejército, ha sido más frecuente desde el 1 de agosto del 2009.
“Es cuando comienza la operación sostenida del Gobierno en el Valle y el Cauca, que las Farc arremeten con minas, ‘tatucos’ y otras armas no convencionales. La presión de las tropas los obligó a utilizar explosivos que antes iban para atentados contra ciudades, en ataques contra patrullas, instalaciones militares y poblaciones rurales”, dijo el general Germán Giraldo, comandante de la Tercera Brigada del Ejército.
Fuentes del Ejército sostienen que grupos terroristas internacionales como ETA y el IRA, entrenaron a las Farc en la fabricación de estos morteros. El jefe del Comando Conjunto del Pacífico, general Justo Eliseo Peña, denunció además que la metralla es infectada con heces humanas para causar daños más letales.
Víctor Meléndez, defensor del pueblo del Cauca, advierte que el uso de ‘tatucos’ viene afectando cada vez más a la población civil. “Estos ataques son cada vez más comunes”.
Fue en medio de uno de esos desenfrenados ataques de las Farc que denuncia la Defensoría, que Luz Edit y Patricia perdieron su vida sin siquiera saber de qué estaba hecha el arma que las mató. Igual le ocurrió a Óscar Javier, un niño de 11 años y a su hermana Claudia Patricia Espinosa, de 17 años. Ambos fueron blanco de un ‘tatuco’ en medio de un hostigamiento el pasado 29 de mayo en el municipio caucano de Argelia.
Ataques en el Cauca