Olivia Ocampo, activista cubano de los derechos humanos en Curaçao, movió profundamente a audiencias cuando ella presentó un informe detallado sobre las condiciones subhuman que los centenares de cubanos han estado conforme en a esa isla del Caribe meridional. Pues los trabajadores no empleados directamente, pero a través de una agencia dirigida por el gobierno del reclutamiento en La Habana, ellos consiguen el pago extremadamente bajo mientras que el gobierno cubano guarda la parte del león el deducir sobre 90 por ciento de sus sueldos.
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Para agregar lesión al insulto de la servidumbre, sus condiciones vivas pobres en casas colectivas sin comodidad básica se asemejan a vida en cuarteles auxiliares a partir del diecinueveavo siglo. La carencia de normas sanitarias se entiende lo más mejor posible con la descripción de su “cafetería”, consistiendo en las tablas portables al aire libre en el abierto donde el personal irregular del abastecimiento deja el alimento para los insectos y los roedores el día siguiente expuestos de noche.
