lunedì, marzo 26, 2007

Cuchillo para los mensajeros - Raúl Rivero


Asha scrive:
Stramazzo, perche' inaspettatamente, da Raul Rivero arriva con la sua usuale sinteticita, il messaggio che ho cercato di portare ai venezuelani in almeno un paio di anni di lavoro:
ascoltate l'esperienza cubana per imparare a guardarvi dalla dittatura.
Pienso que las experiencias de los que vivieron desde cualquier ángulo el proceso de exterminio de la prensa en Cuba y quienes son testigos de los peligros diarios, los comunicadores independientes que están ahora en prisión y los que continúan su labor en aquella geografía, debemos tratar de hacer llegar a Venezuela y a otros países de la región los testimonios de esa tragedia.


E' un pensiero semplicissimo, che se si fosse tramutato in realta' agli inizi di tutta questa epopea chaveziana, forse sarebbe servito a qualcosa.
O forse no.
Quel che penso e' che l'allarme e' tardivo, anche se benvenuto, perche' Venezuela ha piu' che oltrepassato il punto di non ritorno, avendo ormai completato chavez il "catenaccio cubano" attorno al suo popolo.

Cuchillo para los mensajeros

Por Raúl Rivero

Madrid -- Es una copia corregida y aumentada en la que a veces el papel carbón se corre y se despinta un poco la hoja. Se empastelan los párrafos y las fotos se hacen opacas, pero quienes conocen de memoria el original saben muy bien lo que pasa y lo que Hugo Chávez quiere que pase con el periodismo en Venezuela.

Se puede ver el cuchillo en el aire y se escucha la voz del mandamás como amenaza, advierte, da rodeos, enseña y guarda unos billetes, para conseguir lo que se necesita con urgencia, lo que requiere definitivamente una impecable y ortodoxa dictadura de oro de ley: matar la prensa libre.

Apoderarse de los medios por asfixia económica, por decretos espurios y leyes retocadas. Con trampas que el poder casi absoluto facilita para borrar la franja donde todavía se dicen y se escriben las verdades con un pie en la redacción y otro en la cárcel o el exilio.

Eso, el control de todo y los comisarios con sus portafolios con los documentos donde se ha escrito en ruso (y traducido en Cuba) lo que es bueno y es malo para los ciudadanos. La categoría de noticias que podrán conocer, las ideas que deberán recibir en sus casas cercadas y las biografías puras y valerosas del líder y sus ayudantes más cercanos, aunque estos serán sustituidos gradualmente porque la carne es débil y --ya lo dijo Rubén Darío-- a veces tienta con sus frescos racimos.

Por ahí es el camino. Los leales a la verdad y a la ética, fuera, bien lejos. Allá dentro una sola voz, la del amo, difundida día y noche, sin tregua, sin descanso, para que nadie tenga que detenerse a pensar ni a debatir con un amigo lo que sucede con sus vidas. Ni un minuto de sosiego: en ciertas fechas, himnos y canciones que canten las victorias constantes y el odio al enemigo, que es todo aquel que no entre en el coro con la voz afinada y la letra aprendida hasta los puntos y las comas.

Ya han aumentado las presiones, las agresiones físicas a periodistas y acaba de decirlo uno de los acólitos principales de Chávez, alguien que dirige un canal estatal que se llama Telesur: ``La hegemonía de los medios es una herramienta necesaria para la revolución.''

Cuando empiecen a surgir --que siempre surgen-- los grupos de inconformes que quieran contar la realidad y dar a conocer sus opiniones, ya está el modelo impreso con los medidas a tomar y los detalles. Aparte, hay un folleto con fotos y la lista de delitos probables que se les pueden achacar, así como una reproducción a escala de las celdas de castigo, los calabozos, la dieta, el abandono, las condenas de hasta 27 años y el dolor latente, los sufrimientos, los riesgos de 28 periodistas independientes que no creyeron y no creen en la legitimidad del panfleto original.

El panorama es oscuro. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) lo mostró esta semana en Cartagena de Indias, Colombia. La meta y la avanzada del desastre son Cuba y Venezuela. En menor grado, dice el informe final, pero igualmente preocupante es la situación que se vive en Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia.

Pienso que las experiencias de los que vivieron desde cualquier ángulo el proceso de exterminio de la prensa en Cuba y quienes son testigos de los peligros diarios, los comunicadores independientes que están ahora en prisión y los que continúan su labor en aquella geografía, debemos tratar de hacer llegar a Venezuela y a otros países de la región los testimonios de esa tragedia.

Creo que debemos hacerlo. A pesar de que la periodista Anne Applebaum, autora del libro Gulag: una historia, un recuento avasallador de los campos soviéticos de trabajo forzado, me trasmite a veces esta amarga propuesta pesimista. Escribí el libro, explica la señora Applebaum, ``no para que no vuelva suceder otra vez como dice el cliché, sino porque sucederá otra vez''.