sabato, ottobre 20, 2007

Fauto MASÓ: Chávez: Fin de la revolución cubana

Fausto Maso e' una bella capoccia, freddo e tagliente.
Sintetizzare meglio di cosi la situazione cubanzolana e' difficile:
ND / El Nacional

Chávez: Fin de la revolución cubana

Con un cierto cansancio recibieron a Chávez los cubanos. El presidente buscaba impedir la aproximación de Cuba a EE UU, ofrecerle a los cubanos petróleo prácticamente gratuito.

La revolución cubana terminaría dependiendo del socialismo chavista de los petrodólares. Castro lleva cincuenta años hablando de la muerte. El 25 de julio de 1953 consoló a los atacantes del cuartel Moncada diciéndoles que aunque los derrotaran, su muerte abriría la ruta de la libertad. Tres años más tarde, en 1956, cuando juró desembarcar en Cuba, dijo: "Este año seremos libres o seremos mártires".

En la Sierra Maestra siguió con el tema, y en su segundo año en el poder, al día siguiente de la explosión del barco La Coubre, lanzó el famoso "Patria o muerte" y, por fin, en el llamado Período Especial utilizó el lema de "Socialismo o muerte". Fue esta la frase de menor éxito, la cual tampoco en su versión venezolana ha despertado entusiasmo. Para aliviar lo lúgubre de hablar de la muerte, pronto Castro añadió un convencional "Venceremos", que sugería el final feliz de la película. Cuba jamás derrotaría a un vecino tan poderoso como Estados Unidos a noventa millas de la isla.

Los cubanos llevan medio siglo con los nervios de punta. Sobrevivir ha sido la victoria de Castro sobre los exiliados, que ya no pretenden invadir la isla, les basta con tomarse una copa de champaña al enterarse de su fallecimiento. Realmente, Castro enfrentó a Estados Unidos. Realmente han atentado contra su vida.

Realmente los norteamericanos organizaron la invasión de Bahía de Cochinos. Realmente el exilio cubano realizó el sueño latinoamericano: abrirse paso en Miami. Realmente, la geografía condenó a Castro. Realmente Castro es un pobre viejo y Cuba estará por los siglos de los siglos a noventa millas de Estados Unidos. Realmente no habrá final heroico para la revolución cubana. Norberto Fuentes describió, en Dulces Guerreros Cubanos, la fascinación de éstos por un par de zapatos Nike que calza cualquier mensajero caraqueño.

Realmente Chávez le garantiza una y otra vez el suministro de petróleo a Estados Unidos, realmente Thomas Shannon recientemente declaró que su país no intervendría en Venezuela, quieren evitar servirle de caja de resonancia a Caracas, cometer el mismo error de sus relaciones con Cuba que le permitieron a Castro jugar a David frente al Goliat. Hoy los envejecidos héroes están hartos de defender Numancia. No derramarán la última gota de su sangre, y en cambio recibirán transfusiones en alguna operación; les fallan las articulaciones, las rodillas no las aguantan. Los sobrevivientes quieren vacaciones, salir de putas, comprar zapatos de moda; no aguantan ya trasladarse en bicicleta, tenderse en la playa. Están cansados, muy cansados; no derrotaron a los invasores porque éstos nunca desembarcaron –¡Los yanquis siguieron de largo!–; no murieron quemados vivos por el napalm. Cuando entierren al gran tótem, se quitarán los uniformes y botarán la fotografía amarillenta del Che junto a Fidel.

Ya no recitan ningún poema a la esperanza; la vida se les escapó entre los dedos. Chávez representa el final de la revolución cubana, su dependencia de los petrodólares. Fidel Castro ve en Chávez a un aliado en su lucha por impedir la inevitable marcha de la isla hacia una transición democrática. Raúl Castro mantendrá el socialismo en la isla, pero buscará mejorar las relaciones con Estados Unidos tan pronto Hillary Clinton gane las elecciones. Si la Cuba de Raúl y Estados Unidos lograran un tipo de convivencia, la llegada de los turistas norteamericanos representaría para la isla miles de millones de dólares, mucho más de lo que ofrece Chávez.


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