martedì, maggio 01, 2007

MENOS LEYES Y MÁS SOLUCIONES - NuevoAccion


En Nuevo Accion
MENOS LEYES Y MÁS SOLUCIONES

Por Rolando Méndez

Dicen los cubanos que “el papel aguanta todo lo que le pongan”

En Cuba se elaboran más leyes que en cualquier otro país del mundo. Todas son idealizaciones de la realidad objetiva, que requieren -como los sistemas operativos de Microsoft- constantes parches de actualizaciones.

Se dictan miles de leyes, resoluciones, decretos y luego hay que empezar a modificarlas una y otra vez.

La Ley General de la Vivienda, que sustituyó a la de Reforma Urbana (muchas veces modificada) es ejemplo de ello. Del cuerpo legal de unos pocos pliegos, viene a estar ahora cerca o pasada de las mil páginas, si no me quedo corto.

De todos modos hacer leyes en la isla es un simple ejercicio formal, un entretenimiento para legisladores -que no son juristas sino funcionarios que se proclaman políticos e ideológicos- y otros trabajadores de diversas profesiones que intervienen en dicho proceso. La carrera de abogacía o Ciencias Jurídicas es puro "bluff".

En la isla privada de Castro las verdaderas legislaciones nunca se escriben; son esas que impiden a un cubano residente en el extranjero llegar a su país de origen y entrar por la aduana con un laptop, o las mismas que no admiten a cubanos en hoteles, playas exclusivas para extranjeros, circulación por la zona de Varadero –al parecer zona extraterritorial- o rentar un coche, contratar servicios de telefonía móvil o acceder a la televisión por cable. Ni hablar de Internet.

El apartheid se aplica, pero no está "legalmente registrado".

En fecha bastante reciente se amenazó a la clase trabajadora del país con severas medidas y sanciones, para contrarrestar el agudo índice de ausentismo que según el Gobierno, es la causa para que no funcionen los centros laborales de la isla.

Como siempre sucede, las culpas se le achacan al totí, que en este caso viene a ser el pueblo trabajador en todos los oficios y profesiones. Las reacciones no se hicieron esperar y, con mucha discreción, las altas esferas políticas determinaron una mora para la aplicación de las nuevas regulaciones sobre disciplina laboral.

El asunto es ganar tiempo, dejar a un lado la metedura de pata estilo Microsoft y buscar la forma de poner un parche, o simplemente dejar que se diluya ese decreto en el terreno del olvido. Por lo pronto y como saludo al Día Internacional de los Trabajadores, algunas medidas ya están aplicándose. No todas, porque se puede apretar pero no tanto, máxime cuando a la caldera a punto de reventar, no se le pueden abrir válvulas como la del Mariel, o la de los balseros de los noventa.

Para llegar a tiempo al centro de trabajo es necesario levantarse en la mañana y disponer de electricidad y agua para asearse; unos sólo disponen de luz, otros en cambio solamente tienen ese día agua; algunos no tendrán muchísimas veces ni lo uno ni lo otro.

Claro que hay que intentar tomarse al menos un café, mezclado con varias copias de uso de los granos sobrantes en los almacenes de víveres; eso siempre que al abrir la llave haya gas en la cocina. Luego hay que andar varias calles hasta tropezar con una concentración humana que identifica la parada del camello, o la cuarentiña.

Unos llevan un Granma del mes pasado que logró evadir un mejor uso junto a la taza del inodoro; lo colocan en el contén y se sientan a esperar, en tanto las mujeres prefieren mantenerse de pie, no tanto por no poner su trasero sobre el órgano… oficial del Comité Central del PCC, sino porque las pocas ropas que tienen deben cuidarlas, ya que cuestan chavitos y son bastante caras. Las remesas no llegan tan a menudo como muchos se piensan.

Algunos solucionan el trayecto hacia su lugar de trabajo mediante la consabida “botella” o “autostop”, pero este es un privilegio para mujeres… que no pasen de cierta juvenil edad. Ellos, resolvían el asunto en bicicleta; pero sin piezas ni recambios, gomas a precios excesivos y una inadecuada alimentación, han vuelto a su parada de guaguas a esperar.

Cuando aparece el primer ómnibus, es muy probable que siga su camino rebosado de pasajeros; quizás detrás llegue otro… cuando pase cerca de una hora. “En este sí nos vamos” –profieren los más rudos- y en efecto, suben al vehículo algunas personas, empujones, golpes y también billetera hurtada de por medio.

Cuba recién intentó solucionar en buena parte la carencia de transporte público, mediante la importación de vehículos desde el otro extremo del planeta: China. Los flamantes ómnibus chinos iniciaron su recorrido, pero en el estado de depauperación en que se hallan las vías públicas, se requieren no ruedas, sino orugas. Las guaguas asiáticas no son tanques.

Así que por mucho que se quiera resolver el problema de la disciplina laboral, uno de los primeros factores que habrán de solucionarse son las deficiencias del transporte; pero para hacer circular y mantener líneas de autobuses, es imprescindible restaurar todas las vías de circulación de las ciudades.

Fuera de Cuba la gente ni conoce la palabra ausentismo; las calles mantienen su calidad y están debidamente señalizados los pavimentos; los ómnibus, taxis, trenes y trolebuses circulan en horarios muy definidos y hay derecho por parte del jefe, a poner de patitas en la calle al remolón. Cuba no tiene jefes con moral para sancionar a sus subordinados, sometidos a la escasa circulación de autobuses, porque estos no tienen dueño, es decir, un propietario que exija a los ayuntamientos la contratación de empresas que reparen las vías. Cuba tiene un solo dueño y los recursos los disipa a su capricho.

Si en tantos años ese Gobierno no ha logrado adelantar ni un solo paso en el camino hacia el desarrollo, no se entiende por qué no acaba de ceder la administración de la nación, a quienes sean capaces de echar para adelante esa bella isla en proceso de demolición.

Esto es una lección para venezolanos, bolivianos, ecuatorianos y cuantos "anos" fervientes admiradores del Catrianismo andan revueltos por ahí. Que revisen las medidas aplicadas al principio de la "Robo-Ilusión" por el jerarca de la isla, aquellas tendientes a engañar -perdón, quise decir "a beneficiar"- a una enorme masa de pueblo ávida de democracia y libertades. Que analicen cómo las medidas tipo "zanahoria" fueron transformándose paulatinamente en medidas tipo garrote. Las que ahora les aplican a los trabajadores hablan por sí misma. Mucho palo y ninguna zanahoria.

Con leyes draconianas no se edifica una nación.