La llegada de las tropas rusas al Caribe, mala noticia para Latinoamérica
La posibilidad de una nueva “Guerra Fría” y del establecimiento de bases rusas en Venezuela y en Cuba pueden representar más riesgos que oportunidades para Latinoamérica. Así lo expone Andrés Oppenheimer en su columna de “El Nuevo Herald“.
Esta es su columna completa:
Antes de llegar aquí, creía que la Guerra Fría entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética era algo que solo existía en los libros de historia, y que Washington y Moscú hacía mucho tiempo que habían dejado de competir por enclaves geográficos en todo el mundo. Pero ahora, ya no estoy tan seguro.
Desde el momento en que llegué a Finlandia, un próspero país de 5.3 millones de habitantes, vecino de Rusia, me sorprendió el impacto que ha tenido en esta parte del mundo la reciente invasión rusa de Georgia. Aquí, los principales titulares no están dedicados a la campaña presidencial estadounidense, sino a la intervención militar rusa en Georgia tras la ofensiva militar de fuerzas georgianas en una región separatista de ese país.
Los vecinos de Rusia están aterrados por lo que consideran un nuevo despertar del ex imperio ruso, y por la posibilidad de que Moscú invada a otros vecinos para recobrar su antiguo poder.
Y temen que el activo apoyo del presidente Bush a la integración de Georgia como miembro de la OTAN pueda enfurecer aun más a Moscú y provocar una nueva Guerra Fría. La visita del vicepresidente Dick Cheney la semana pasada a Georgia, y su declaración de que la invasión de Rusia había sido universalmente condenada por ”el mundo libre” fue vista por los comentaristas políticos europeos como una resurreción de la retórica de la Guerra Fría. Aquí ya se habla de “la Segunda Guerra Fría”.
¿La nueva rivalidad entre EEUU y Rusia podría hacer resucitar la competencia entre las superpotencias para conseguir aliados en Latinoamérica?, les pregunté a varios académicos. Formulé esa pregunta porque, coincidentemente o no, hubo varias noticias sobre la creciente involucración de Rusia en la región en las últimas semanas:
• El presidente venezolano Hugo Chávez, cuyo gobierno ha anunciado compras de armas rusas por valor de más de $4,500 millones en los últimos cuatro años, dijo que ‘’serán bienvenidos” los buques de guerra rusos que quieran hacer escala en Venezuela. ”Rusia se está levantando de nuevo como una gran potencia mundial”, dijo Chávez.
• El gobierno de Brasil anunciará esta semana un nuevo plan de fabricación de armas que, según el ministro de Asuntos Estratégicos Roberto Mangabeira Unger, incluirá una asociación con Rusia para producir aviones de combate y plataformas lanzamisiles. El presidente ruso, Dimitri Medvedev, tiene prevista una visita a Brasil en noviembre para firmar éste y otros acuerdos, según fuentes diplomáticas.
• El periódico ruso Izvestia y la agencia rusa de noticias Novosti dijeron a fines de julio que Rusia planea establecer una base militar en Cuba, en aparente respuesta al plan de Washington de establecer bases de lanzamiento de misiles en Polonia y en la República Checa. El Ministerio de Defensa ruso negó la noticia días después, y el plan permanece una incógnita.
Varios académicos escandinavos me dijeron que la idea de una ”Segunda Guerra Fría” es un poco exagerada, porque el Ejército ruso está hecho añicos: entre otras cosas, es mucho más pequeño y desorganizado que el de la ex Unión Soviética. Y las actividades de Rusia en Latinoamérica no son más que maniobras de distracción, ya que Moscú está primordialmente interesado en sus países vecinos, agregaron.
No obstante, existe lo que el experto en asuntos rusos Stefen Hedlund, de la Universidad Uppsala, de Suecia, describe como un ”serio enfrentamiento” entre Rusia y EEUU cuyas ondas expansivas pueden llegar a Latinoamérica.
”Obviamente, eso es parte del juego”, me dijo Hedlund, refiriéndose a las noticias sobre la posibilidad de bases rusas en Venezuela y en Cuba. “Es parte de la guerra psicológica. El primer ministro Vladimir Putin está trazando una línea en la arena y diciendo: “Ningún otro país vecino ingresará en la OTAN”.
Chris Arcos, un ex alto funcionario del Departamento de Seguridad Interna de EEUU, me dijo que ‘los rusos se sienten acorralados por los países occidentales, y dicen: `¿Por qué no jugar al mismo juego con Latinoamérica?‘ Tienen necesidad de demostrar que todavía no están fuera de combate, que siguen siendo una superpotencia”.
Mi opinión: Estas son malas noticias para Latinoamérica. Es cierto, muchos podrán argumentar que una nueva Guerra Fría obligaría a Washington y a Moscú a prestar más atención a la región y que eso permitiría a algunos países manipular el enfrentamiento entre Washington y Moscú para su propio beneficio.
Pero los riesgos son más grandes que las potenciales oportunidades. Tal como consignamos en esta columna el mes pasado, Sudamérica ya ha incrementado sus gastos militares en un 33 por ciento en términos reales –después de la inflación– desde el 2000.
Lo último que necesita la región es convertirse en escenario –por distante que sea– de una nueva lucha entre superpotencias. Eso sólo contribuiría a aumentar los gastos militares, agravar las tensiones regionales, ahuyentar las inversiones y a producir mayor pobreza.