POR ORLANDO GÓMEZ TORRES
Considero extremadamente penoso que el anuncio del presidente Chávez de adquirir tecnología para producir energía nuclear en Venezuela, pasara a través de nuestros medios sin pena ni gloria. Quizás sea mejor así, pues no dudo que este país esté lleno de locos y comunistas trasnochados que aplaudirían esta locura.
Un Presidente como Hugo Chávez, quien critica el servilismo, no parece poner reparo en arrodillarse ante Rusia y China. Y como peón latinoamericano busca favores con Rusia, dejando que su nación sea usada como pieza de ajedrez en una bravuconada de Rusia con la OTAN.
Si bien el uso de energía nuclear con fines pacíficos puede ser considerado derecho soberano, la forma de lograr este objetivo trae gravísimas consecuencias para los países que lo intentan y para regiones enteras. Ahí tenemos a Irak, Irán, Corea del Norte, Pakistán e India.
Este movimiento era de esperarse de un señor en cuyo vocabulario se encuentra la notoria ausencia de la palabra prudencia. Lo que sí esperaba, y aún espero, es la enérgica objeción por parte de los países de la región incluyendo República Dominicana, que en estos momentos lo último que podemos desear es un foco de conflicto geopolítico entre potencias mundiales aquí en nuestro patio.
Haciendo un análisis realista, esta medida sólo vaticina consecuencias negativas. Acá yo, usted y hasta su hijo no nacido sabemos que Estados Unidos no va a permitir una Venezuela nuclear. Esto lo va a impedir sea sofocando a ese país con sanciones en el plano comercial, alentando una revuelta interna en Venezuela (pero de verdad, no las bobadas que vive llorando Chávez en TV), o directamente cumpliendo la pesadilla cacofónica invadiendo territorio venezolano. En el desenlace de esos eventos, todos los países de la región (incluyendo República Dominicana) seremos arrastrados al conflicto por parte de Estados Unidos para sofocar el apoyo del régimen de Chávez, o de Chávez que seguro condicionará su petróleo.
Directamente para nosotros, esta movida tiene repercusiones. En el ámbito económico, la desestabilización de la región va a afectar el clima de inversiones de forma negativa. Dada nuestra proximidad geográfica y nuestra dependencia del petróleo venezolano, la seguridad de las inversiones se verá afectada. Al mermar la inversión, nuestra economía será duramente golpeada.
En el ámbito militar, una Venezuela nuclear representaría un desplome del balance militar en la región, y nuestra soberanía se verá afectada ante cualquier bravuconada a las que Chávez nos tiene habituados, que podría ser activada por cualquier decisión por inocente que sea, por parte de nuestro gobierno en materia comercial, militar o incluso contra el narcotráfico.
Una Venezuela nuclear no conviene a nadie, ni siquiera a la misma Venezuela, y ya es tiempo de que la región sea firme y enérgica contra esta otra posición descabellada de Chávez.
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