La importancia del voto cubano-americano
He aquí una forma de anticipar cuál será la política del próximo Presidente de Estados Unidos hacia Cuba y Venezuela: si uno de los candidatos gana las elecciones nacionales sin haber ganado en Florida, se sentirá mucho más libre para cambiar la actual política norteamericana hacia esas naciones.
Suena complicado, pero no lo es. Como se sabe, Florida es uno de los estados clave de la elección de noviembre, y tiene una gran población hispana que sigue con gran interés los temas latinoamericanos.
Supongamos que el candidato demócrata Barack Obama pierde en Florida, pero gana las elecciones nacionales. Obama, cuya plataforma para Latinoamérica pide un relajamiento de las restricciones a los viajes y las remesas familiares a Cuba, pero no apoya un levantamiento unilateral del embargo comercial a la isla, podría sentir la tentación de proponer terminar con las sanciones comerciales, según esta teoría. Varios influyentes legisladores demócratas ya están pidiendo eso.
Supongamos, por el otro lado, que el candidato republicano John McCain pierde en Florida, pero gana las elecciones de noviembre. McCain, cuya plataforma para Latinoamérica pide una continuación de la línea dura del gobierno de Bush con respecto al régimen cubano, podría concluir que no le debe demasiado a sus votantes cubano-americanos, según esta línea de pensamiento.
Así como su correligionario republicano Richard Nixon hizo historia entablando relaciones con China comunista, McCain podría sorprender al mundo iniciando conversaciones para la normalización de las relaciones con Cuba. McCain contaría con el apoyo de varios legisladores republicanos de los estados agrícolas del Medio Oeste, que quieren exportar a Cuba y ya están exigiendo el levantamiento del embargo.
Es cierto que el nuevo Presidente no podrá cambiar la política hacia Cuba por sí mismo. Según la ley Helms-Burton, de 1996, la Casa Blanca no puede levantar el embargo sin la aprobación del Congreso, ni reconocer a ningún gobierno de transición en Cuba que incluya a Fidel o a Raúl Castro.
Pero, muchos observadores en Washington señalan que el próximo Presidente será el primero en cinco décadas que se enfrentará a una nueva realidad en Cuba, luego de la reciente renuncia de Fidel Castro como mandatario del país y de la asunción de su hermano Raúl, de 77 años, como su reemplazante.
''Si alguien gana la Presidencia sin ganar en Florida, no se sentirá tan comprometido a mantener la política actual, y podrá empezar a cambiarla'', me dijo Crescencio Arcos, un ex alto funcionario del Departamento de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado. ``No podrá cambiarla de la noche a la mañana, pero tendrá enormes oportunidades de hacerlo''.
Jaime Suchliki, director del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami y partidario de las sanciones estadounidenses sobre la isla, no está de acuerdo con esta teoría.
''Ambos partidos seguirán intentando seducir a los exiliados cubanos, independientemente de quién gane en Florida'', dice Suchliki. 'Si Obama llegara a perder el voto cubano por un amplio margen, podría pensar: `Podríamos haber ganado una o dos bancas en Florida esta vez, y pronto habrá nuevas elecciones para el Congreso, de manera que no puedo levantar el embargo de inmediato' ''.
Según las últimas encuestas, Obama está ganando a nivel nacional, pero perdiendo en Florida. Una encuesta nacional del Washington Post/ABC con un margen de error de 3 por ciento revela que Obama está a la cabeza con el 52 por ciento de los votos, contra un 43 por ciento de McCain. Otras encuestas ponen primero a Obama con una ventaja de dos o tres puntos, dentro del margen de error.
En Florida, las encuestas señalan que McCain está ganando, pero muchas de ellas dicen que su ventaja está dentro del margen de error.
Mi opinión: independientemente de quién gane en Florida, lo que determinará en gran medida la política estadounidense hacia Cuba será si el Partido Demócrata aumenta su modesta base de apoyo entre los cubano-estadounidenses, y --más importante aún-- si pueden ganar alguna de las tres bancas del sur de la Florida en manos de congresistas republicanos cubano-americanos.
Todas las encuestas sugieren que McCain ganará el voto cubano-estadounidense por el 70 por ciento. Pero los demócratas le están ganando a los republicanos en el registro de nuevos votantes y en la recaudación de fondos en algunos distritos del sur de la Florida. Si Obama supera las expectativas y logra cerca de un 40 por ciento del voto cubano-americano, o uno de los candidatos demócratas al Congreso gana una de las tres bancas republicanas cubano-americanas, eso será leído en Washington como un cambio significativo en la política del exilio cubano, y tendrá un impacto en la política exterior del país. La política estadounidense hacia Cuba siempre ha sido un tema de política doméstica, y esta vez quizás lo sea aún más.