viernes 24 de julio de 2009
Separados por la "cultura"
Llegué muy campante y arreglada a las seis y cuarto al concierto de Pedro Luis Ferrer en el Museo Nacional de Bellas Artes en La Habana Vieja acompañada de dos amigas. Una de ellas se extrañó de ver a “aparentes civiles” apostados en posiciones militares detrás de los uniformados de la seguridad del museo…yo ni los vi.
Cuando estábamos comprando las entradas vino un hombre que se presentó como director del teatro y nos pidió sonriente que le acompañáramos. Ya sabía lo que era pero algo dentro de mí me decía que no, que no era posible, sentí pena por mis dos amigas que sin comerla ni beberla miraban con los ojos grandes lo que se llama por ahí “los oficinistas de la cultura cubana”.
El hombre nos dijo que la institución se reservaba el derecho de admisión y que no podíamos entrar por haber participado en una acción provocadora “contra esto” durante la Bienal de la Habana. Mis amigas no tenían idea de qué hablaba pero yo le pedí que fuera más específico y dijo que nos negaba la entrada por haber hablado en el micrófono del Wilfredo Lam, durante el performance “El susurro de Tatlin” de Tania Bruguera.
Yo le dije que yo había estado allí pero que seguramente era un error pues muchas personas estuvieron allí ese día, me pidió un instante y fue a “consultar”. Una mujer vino y preguntó:
- ¿Quién de ustedes es Claudia?
Levanté la mano como en la primaria, en eso llegaba el hombre con otra mujer que se quedó un poco atrás:
- Claudia, lo siento, el museo se reserva el derecho de admisión y nos llamaron que tú no podías entrar.
- ¿Usted se da cuenta del triste papel que le han asignado?
- Sí, lo siento.
En eso se metió la que se había quedado atrás:
- Ningún triste papel, tú eres una provocadora y no puedes entrar.
- Señora ¿en qué se basa usted para decir que yo vengo aquí a provocar?
- Tú participaste en el performance de Tania Bruguera, yo estaba allí.
- Sí, yo hablé por un micrófono que estaba abierto para todo el mundo durante un minuto, todo el que quisiera podía hacerlo.
- Lo puedes hacer aquí.
- ¿Usted sabe lo que es un performance?
- Sí.
- No se nota. Usted está actuando como un agente segregador y discriminador de la cultura cubana ¿no se da cuenta de eso?
- Tú me estás faltando el respeto.
- Señora, usted me lo falta a mí desde que entré.
No estaba para quedarme de guardia hasta que se acabara el concierto así que me fui, además no quería pedirle a mis pobres compañeras que pagaran por aquello que ellas no habían disfrutado durante un minuto en pleno ejercicio de la postmodernidad comunista: libertad de expresión por 60 segundos en la eternidad de la revolución.
En lo que regresaba me preguntaba si nuestras fotos estarán por todos los museos como las fotos de los buscados por la policía o los desaparecidos. Me encantaría saber si para graduarse del curso de CVP hay que reconocernos a todos por imágenes y demostrar que en cualquier lugar y a cualquier hora, un CVP de ley sabe si usted habló por el micrófono o no.
Cuando estábamos comprando las entradas vino un hombre que se presentó como director del teatro y nos pidió sonriente que le acompañáramos. Ya sabía lo que era pero algo dentro de mí me decía que no, que no era posible, sentí pena por mis dos amigas que sin comerla ni beberla miraban con los ojos grandes lo que se llama por ahí “los oficinistas de la cultura cubana”.
El hombre nos dijo que la institución se reservaba el derecho de admisión y que no podíamos entrar por haber participado en una acción provocadora “contra esto” durante la Bienal de la Habana. Mis amigas no tenían idea de qué hablaba pero yo le pedí que fuera más específico y dijo que nos negaba la entrada por haber hablado en el micrófono del Wilfredo Lam, durante el performance “El susurro de Tatlin” de Tania Bruguera.
Yo le dije que yo había estado allí pero que seguramente era un error pues muchas personas estuvieron allí ese día, me pidió un instante y fue a “consultar”. Una mujer vino y preguntó:
- ¿Quién de ustedes es Claudia?
Levanté la mano como en la primaria, en eso llegaba el hombre con otra mujer que se quedó un poco atrás:
- Claudia, lo siento, el museo se reserva el derecho de admisión y nos llamaron que tú no podías entrar.
- ¿Usted se da cuenta del triste papel que le han asignado?
- Sí, lo siento.
En eso se metió la que se había quedado atrás:
- Ningún triste papel, tú eres una provocadora y no puedes entrar.
- Señora ¿en qué se basa usted para decir que yo vengo aquí a provocar?
- Tú participaste en el performance de Tania Bruguera, yo estaba allí.
- Sí, yo hablé por un micrófono que estaba abierto para todo el mundo durante un minuto, todo el que quisiera podía hacerlo.
- Lo puedes hacer aquí.
- ¿Usted sabe lo que es un performance?
- Sí.
- No se nota. Usted está actuando como un agente segregador y discriminador de la cultura cubana ¿no se da cuenta de eso?
- Tú me estás faltando el respeto.
- Señora, usted me lo falta a mí desde que entré.
No estaba para quedarme de guardia hasta que se acabara el concierto así que me fui, además no quería pedirle a mis pobres compañeras que pagaran por aquello que ellas no habían disfrutado durante un minuto en pleno ejercicio de la postmodernidad comunista: libertad de expresión por 60 segundos en la eternidad de la revolución.
En lo que regresaba me preguntaba si nuestras fotos estarán por todos los museos como las fotos de los buscados por la policía o los desaparecidos. Me encantaría saber si para graduarse del curso de CVP hay que reconocernos a todos por imágenes y demostrar que en cualquier lugar y a cualquier hora, un CVP de ley sabe si usted habló por el micrófono o no.