LA POLÍTICA DEL RESENTIMIENTO
Obama y el populismo latinonamericano
Por José Brechner
¿Qué tienen en común Barack Obama y los populistas latinoamericanos promotores del Socialismo del Siglo XXI? Prácticamente todo. A quien más se parece el estadounidense es a Evo Morales, el presidente boliviano. La diferencia es que Obama lee con fluidez y cursó estudios universitarios. El mayor parecido es que ambos aspiran a "cambiar" la historia. En realidad, lo único que Obama sabe hacer es leer. |
Su retórica elocuente cuando está detrás de un podio se debe a que está leyendo discursos hechos por expertos. Si la gente cree que es un gran orador, esto se debe a la magia del teleprompter, un aparato electrónico que muestra el discurso, cargado previamente en una computadora, en un cristal transparente situado en la parte frontal de una cámara o en los costados del estrado y que desde el ángulo de la audiencia se ve solamente como si fuesen pequeños paneles de vidrio o acrílico. El texto es invisible para quienes están situados frente al orador. En algunos casos se controla a través de un pedal en los pies del presentador, que este pisa para hacer avanzar el escrito. Si deja de pisarlo se detiene, de modo que el sujeto puede leer con comodidad y a su ritmo, haciendo que la alocución se note natural y pausada. También puede ser manejado por un operador.
Obama es un hábil manipulador del teleprompter; sin él está perdido. Por eso, al inicio de la campaña electoral no aceptó la propuesta de su opositor republicano de presentarse conjuntamente en debates regionales, ya que cada vez que abre la boca sin un guión enfrente dice alguna estupidez de la que después tiene que desdecirse. Hasta el momento no ha habido un solo tema sobre el cual no haya cambiado de opinión, y no fue por propia voluntad que lo hizo, sino porque se vio obligado por el partido para no salirse demasiado de la corriente moderada de pensamiento del votante norteamericano.
Su última gansada fue decir que Estados Unidos solucionaría su problema de dependencia energética del exterior si sus compatriotas inflasen las ruedas de sus automóviles y afinasen el motor de sus vehículos. Más allá de la imbecilidad del comentario, que le hizo perder el apoyo de incontables simpatizantes, haciendo que en este momento las encuestas muestren un virtual empate entre ambos candidatos a la presidencia, la acotación esconde un objetivo más siniestro. Permitir la perforación de nuevos pozos petroleros y lograr la autosuficiencia de combustible debilitaría a los árabes y a Chávez, que verían bajar el precio del crudo. Obama no desea que eso suceda porque es más musulmán que estadounidense, y más socialista que capitalista. El demócrata es un facilitador de los islamitas, los no blancos y los populistas. Sus discursos, antes de que se los escribieran, eran semejantes a los de Chávez, la Kirchner o Morales.
Más similitudes con Evo Morales: Los dos tienen complejos y resentimientos contra los blancos que se revelan en sus actitudes arrogantes y displicentes. Pertenecen al ala más izquierdista del espectro político. Hablan de "cambiar" el mundo, quitando a los ricos y dando a los pobres, la fórmula socialista tradicional de empobrecimiento colectivo. Ambos sacan a relucir su raza cuando no tienen argumentos para contrarrestar a la oposición. Morales no se cansa de decir que "quieren derrocar al indio", y Obama arguyó que dirán que tiene un nombre extraño, o que no se parece a los individuos que figuran en el dólar. Además, buscan simpatizar con los líderes de las naciones y agrupaciones más sombrías del orbe; desean elevar los impuestos y promueven una mayor intervención estatal en los negocios de las personas; consideran que el mundo está formado por opresores y oprimidos. En el caso de Obama, sus propuestas irracionales fueron vetadas en el Senado. Morales optó por el sindicalismo y el vandalismo callejeros.
Sus amistades son de cuestionable reputación. Obama frecuenta a su pastor, a musulmanes radicales, a delincuentes financieros, a raperos gángsteres y otros de igual talante que afloran cada semana. Morales es el jefe de los productores de coca, hermanados con los narcotraficantes, y es socio y peón del delincuencial Chávez, desfalcador del erario venezolano, financiero de la guerrilla, el secuestro y el terrorismo en América Latina.
En fin, que Morales y Obama se creen designados por gracia divina para salvar al mundo, y ahí es donde hay que tener mayor cuidado con ellos, porque los que tienen ínfulas mesiánicas no ven límites a sus delirios de grandeza. Ninguno dimensiona la realidad con cabalidad. Obama dijo que si Estados Unidos venció a la Unión Soviética, que era una potencia, no tiene nada que temer de Irán u otros países pequeños. El senador obviamente no sabe diferenciar entre la Guerra Fría, que no cobró candor, y una guerra ardiente contra fanáticos religiosos. Además, Estados Unidos no derrotó a la URSS. Más bien la Unión Soviética se derrotó a sí misma con su incongruente comunismo. Por su lado, Morales, Chávez, Kirchner y los otros socialistas están convencidos de que, unidos, serán una "potencia mundial". Las pretensiones, demagogia e ignorancia de Obama y de los populistas latinoamericanos son las mismas.
José Brechner es periodista y ex diputado boliviano.
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